Los hechos acaecidos aquel fatídico 11 de Marzo de 2004 marcaron, sin lugar a duda, un hito en la historia contemporánea de España y es preciso afrontarlos desde el máximo rigor posible no solo por el respeto que debemos a las víctimas sino por la supervivencia de nuestra libertad y la propia verdad. Desde aquella mañana hasta finalizado el escrutinio electoral un huracán de sentimientos sacudió las conciencias de miles de españoles. Seamos claros: en aquellos tres días un buen número de españoles aceptaron la versión que más se adaptaba a sus simpatías electorales.
Poco o nada nos detuvimos en el análisis de los hechos y los argumentos que se nos presentaron. Tómese como ejemplo las primeras detenciones -efectuadas en plena jornada de reflexión- que incluían a dos ciudadanos hindúes posteriormente liberados junto con otros dos de los cinco detenidos y que dieron paso al famoso "¿quién ha sido?". El tiempo aporta perspectiva a todos aquellos realmente interesados en conocer la verdad y el relacionar a ciudadanos hindúes con un atentando de corte islámico, salvedad hecha a la gravedad del asunto, se asemeja a un chiste de poca gracia y pésimo gusto.