Ángel Galarza Gago (Ministro de la Gobernación en 1936) |
Ofrecemos hoy el excepcional testimonio de un superviviente de la España republicana. Se trata de don Rogelio Latorre Silva, quien por su edad vivió en primera persona algunos desgraciados acontecimientos de aquella época. El informe del señor Latorre, expuesto con amplitud de datos referenciales, no deja lugar a dudas sobre la calaña de un ministro socialista de la República y los métodos represivos que, contra la opinión del historiador que se cita, practicaron los sicarios de aquel régimen de terror, conocido hoy por algunos como el gobierno legítimo de la República y por otros, entre los que me cuento, como una pandilla de inmorales que asaltaron el poder y se dedicaron a practicar todo tipo de violencia contra sus oponentes. El relato que sigue a continuación es en verdad valioso y digno de leerse con suma atención hasta el final, donde en el apartado de conclusiones se refleja la evidencia de que incluso los verdugos de aquel gobierno de patibularios no dejaron de actuar en provecho propio.
Un ministro del Gobierno de Madrid
Una mínima parte de los actuales políticos está aireando el drama de nuestra guerra 1936-39, drama que no estaba olvidado: sí deliberadamente postergado a segundo plano, con agravios cancelados. Son pocos los que así obran, pero son los que tienen en sus manos el poder de la propaganda. Y los que más tenían que callar. Los nacionales no actuaron en la guerra como unos santos pero, en todo caso, fueron los menos malos y a mucha distancia. Números y hechos cantan. El historiador de origen norteamericano Gabriel Jackson (escribo basándome en una cita, pero creo que no hay razón para pensar que sea falsa), admite que si los rojos cometieron más asesinatos, fue obra de incontrolados, mientras que en la zona nacional lo fue de las autoridades. Sería conveniente que lo acreditase con pruebas documentales.
1.- Hechos
Mi madre, Germana Silva Garrigós, había nacido en Zamora (capital). En la familia de mi madre, zamoranos de posición acomodada, eran fervientes republicanos desde hacía varias generaciones. Republicanos; nunca rojos ni cosa parecida. Por encima de todo: españoles y de comportamiento íntegro. Como todo joven, mi madre tuvo su pandilla, entre cuyos componentes se encontraba Ángel Galarza Gago, que años más tarde se haría notorio en la política, inicialmente como radical socialista y, más tarde, en 1933, como socialista. En septiembre de 1936, fue designado Ministro de la Gobernación en el Gabinete de Largo Caballero. Por razón de sus actividades políticas, era el único de los amigos de juventud de mi madre de quien los hijos teníamos referencias. Incluso, no sé el grado de intimidad, mi tío Salvador, el hermano de mi madre, seguía teniendo trato con él al iniciarse el año 1936.
Después de la guerra 1936-39, hojeando "La Causa General", (Avance a los delitos cometidos por los rojos durante la guerra), edición 1943, encontré unas fotografías de documentos, intercaladas a partir de la página 97 del anexo IV. En la primera de ellas puede verse: Papel timbrado de la Dirección General de Seguridad del gobierno de Madrid. Fecha 14-09-36. RS. 16506 (o 56506). Dispone ingreso en la Prisión celular de Madrid, de Luís Calamita Ruy-Wamba y Rosendo Calamita Ruy-Wamba, que lo son a disposición del Ministro de la Gobernación, que era Ángel Galarza Gago. En el oficio figura que, con esa misma fecha, se le comunica a dicho ministro. Por la redacción del texto, es irrefutable que la detención tuvo lugar a instancia del mismo. En el pie de la foto, se indica que los hermanos Calamita Ruy-Wamba habían combatido la política de Galarza en Zamora. Al leerlo, pregunté a mi madre si conocía a los Calamita Ruy-Wamba.
-¡Oh, sí! (contestó mi madre). Mucho. Eran de mi pandilla. Ocurrió con ellos algo que dio que hablar en Zamora: Una de las jóvenes del grupo era pretendida por uno de los Calamita y, también, por Galarza. La chica se decidió por Calamita y, de momento, ahí quedó la cosa. Pero en fecha posterior, una tarde en la que habíamos ido al teatro el grupo de amigos, cuando al terminar la función salíamos, los novios del patio de butacas (como solía ser norma, se habían independizado) y la pandilla de chicas, con otras personas, por las escaleras del anfiteatro, al ver Ángel Galarza a la pareja hizo comentarios en voz alta de los "favores" que de la joven había obtenido. La respuesta fue inmediata. Detrás de Galarza iba el otro hermano Calamita, que, asiéndole de un hombro, le volvió, abofeteándole. Ignoro si Galarza no había advertido su presencia o si habló así deliberadamente: por ofender. Ángel encajó la lección sin rechistar.
Le pregunté si los Calamita y Galarza habían sido enemigos políticos, como figura en la “Causa General”. Me dijo que no tenía noticia de ello, pero que nada podía informar sobre hechos posteriores a su primera juventud, pues ella había salido de Zamora bastante antes de 1936.
Volviendo a la “Causa General”: en la página siguiente de dicha obra, aparece un volante, fechado el 6 de octubre de 1936, con el Membrete "El Ministro de la Gobernación", escrito y firmado de puño y letra por Ángel Galarza Gago (como he indicado, el Ministro del ramo en el Gobierno de Madrid, el “legítimo” de la República), disponiendo que el detenido Luís Calamita quede a disposición del Director General de Seguridad.
En la misma página, hay un oficio con membrete de la Dirección General de Seguridad gubernamental, fechado el 6 de noviembre de 1936, firmado por el Director General de Seguridad, (el del Gobierno “legítimo” de Madrid), que dispone que el detenido Luís Calamita Ruy-Wamba sea entregado a D. Vicente Rueda Fernández, encargado de trasladarlo a la prisión de Chinchilla. Ese mismo día, 6 de noviembre de 1936, Luís es asesinado por el citado Vicente Rueda Fernández, “que era un pistolero de la checa de García Atadell”. Este inciso de que: “era un pistolero de la checa de García Atadell”, es de la “Causa General.”
Aquí termina la información procedente de mi madre y de la “Causa General”. Lo demás:
2.- Deducciones
No hay duda de que Galarza decidió esperar los años que hiciera falta para, sobre seguro, devolver la lección. La oportunidad se le presentó siendo Ministro del Gobierno de Madrid, durante la guerra 1936-39. Y Galarza no era un incontrolado, un pobre miliciano analfabeto, como ese otro sujeto que en Murcia, ante la pasividad de las autoridades y la algazara de la masa, arrastró durante largas horas por las calles de la ciudad al párroco don Soteras, que iba atado por los pies a un carro. Luego el miliciano paró ante una taberna, cortó una oreja a don Soteras, la hizo asar y se la comió, asesinándole acto seguido. Si es que, tras el trato recibido, el párroco no estaba ya muerto. Galarza era entonces el ministro de Gobernación de la República, del Gobierno que ahora algunos llaman legítimo. Es decir, el encargado de velar por el orden y proteger la vida de los ciudadanos.
Como indico, los escritos citados pueden ser localizados en la “Causa General”, donde aparece la fotocopia de otro documento, firmado por Galarza como Ministro de la Gobernación del gobierno "legítimo" de la República, fechado el 14 de mayo de 1937, dirigido al Director General de Seguridad, donde expresa su protesta porque un Comisario de Policía había detenido a Leopoldo Carrillo Gómez, miembro del partido Izquierda Republicana (el de Azaña) acusado del “paseo” (asesinato) de un desafecto al régimen de Madrid. Ocupa dos carillas y es pintoresca su redacción, donde justifica las muertes, sin juicio ni posible defensa, de los desafectos al régimen. Asesinatos que considera como "una misión impuesta por su partido y el Gobierno (el de Madrid, claro) a requerimiento de la Dirección General de Seguridad". Y exige que hechos semejantes (detención de un "republicano" por haber dado el "paseo" a un desafecto al régimen) no vuelvan a producirse. Y no se produjeron (entiéndase: las detenciones de “republicanos”, los paseos siguieron). Repito: Galarza no era un pobre miliciano analfabeto, ni ningún incontrolado: era un abogado, Ministro, nada menos que de la Gobernación, del Gobierno "legítimo" de Madrid.
3.- Conclusiones
Ante la ofensiva iniciada, como indico en el primer párrafo, por algunos de los que perdieron la guerra, pensé en la conveniencia de que todos diéramos luz a nuestros recuerdos, (un proverbio español dice: “El que calla, otorga”). Para completar la información recibida de mi madre, intenté, durante el verano de 2005, ponerme en contacto con la familia Calamita Ruy-Wamba, de Zamora. Fue fácil, pues los apellidos no son corrientes. Recibí respuesta desde aquella ciudad, anunciando que me llamaría, desde Madrid, una sobrina carnal del asesinado Luís. Así lo hizo (no tengo autorización para dar su nombre, aunque no me la ha negado: simplemente, no se me ocurrió pedirla). Me aclaró que los Calamita Ruy-Wamba poseían una imprenta, la mejor de Zamora, donde se tiraba un periódico propiedad de la familia, el primero en venta en la localidad, probablemente también de la provincia. La imprenta estaba situada en una plaza de la ciudad y, frente a ella, en la misma plaza, otra imprenta mucho más modesta propiedad de Vicente Rueda Fernández, el asesino de Luís Calamita. Rueda estaba enemistado con los Calamita por razones económicas derivadas de sus respectivos negocios.
Es patente que el Gobierno “legítimo” de la República, y sus componentes, era eficaz en la represión. Ni consejo de guerra, ni juicios, ni defensor, ni testamento, ni auxilios espirituales, ni última cena, ni despedida de la familia, etc. Eso eran pamplinas de los facciosos. Arreglaban sus cuentas sin requisitos innecesarios: Galarza y Rueda se cobraron la bofetada y la competencia mercantil, lo hicieron en forma decisiva y contundente. Supongo que Luís, el asesinado, fue quien le dio la bofetada a Galarza, pues su sobrina me dijo que Rosendo había sobrevivido. Y prisa se dio Galarza en saldar cuentas, ya que, según su biografía, fue nombrado ministro en septiembre de 1936 y en la primera quincena del mismo mes ya tenía en su poder a los Calamita. No hay duda de que la orden de detención contra quien le abofeteó fue una de las primeras, sino la primera, de las disposiciones gubernativas emitidas por Galarza.
Rogelio Latorre Silva
Presentador y corrector del artículo: Policronio
Articulista: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 12 de febrero de 2006
Por favor, me gustaría ponerme en contacto con ustedes porque por una serie de razones estoy analizando el sumario del asesinato de Luis Calamita. muchas gracias
ResponderEliminarLamentablemente, don Rogelio Latorre Silva, el autor del artículo que vivió en la época del asesinato de Luis Calamita, falleció hace varios años. Por lo que no es posible ampliable la información. Muchas gracias por su interés.
EliminarGracias por ésta información que desconocía a pesar de haber tenido una gran amistad con Rosendo Calamita, su hermana Luisa y sus familias, como consecuencia de ésta amistad, también conocí a las hijas de Luis. Lita
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