Nacionalismo: ¡Maldito seas!

El nacionalista gallego, Antón Losada, a quien el CIS le descubrió una encuesta abultadamente falseada.

El nacionalismo es ante todo falsedad. La frase es rotunda pero no por ello menos cierta. Un nuevo caso se ha venido a sumar a la imparable corriente de engaño y tergiversación a la que los nacionalismos nos tienen acostumbrados. Según cuenta el diario ABC, referido al nacionalismo gallego: “En noviembre pasado, la Secretaría General de Relaciones Institucionales de la Vicepresidencia, dirigida por el nacionalista Antón Losada, ofreció una encuesta propia en la que aseguraba que un 70 por ciento de los gallegos consideraban necesaria la reforma del Estatuto de Autonomía”.

Sin embargo, continúa el mismo diario: “Apenas transcurridos cuatro meses, el CIS realizó la misma pregunta a la ciudadanía gallega, aunque con un resultado abultadamente inferior. Tan sólo un 37´5 por ciento de los encuestados consideraron ‘bastante o muy necesaria’ la reforma del texto estatutario, mientras el 41,9 por ciento ‘la estimaron poco o nada necesaria’, reduciendo a casi la mitad los resultados del estudio demoscópico de la Vicepresidencia de Bienestar e Igualdad que dirige Anxo Quintana”.

Y siempre es así en el mundo de los nacionalistas, se mire por donde se mire: Pura falsedad y engaño que usan con la mayor de las hipocresías para crear la base que les permita nutrirse y prosperar. Siempre a costa de un pueblo adoctrinado, siempre con una ciudadanía embrutecida. Sin que la libertad de elección sea posible donde el nacionalismo fija sus garras. Sin vuelta atrás, sin posibilidad alguna de que el votante se desintoxique del estado zombi al que es sometido por la prensa adicta, mercenaria, subvencionada. Lo mismo da que hablemos del nacionalismo vasco, del gallego o del catalán, la llegada al poder de esta gente supone de inmediato la dictadura y el crearle mala sangre al pueblo. En mi caso, igual que los promotores de ese nuevo partido que surgirá a no tardar en Cataluña, creo que la única solución es expulsarles de la vida pública. Porque son ya demasiadas las fechorías y bajezas que les hemos consentido. 

Publicado el 6 de marzo de 2006