Procedente de un amigo, me ha llegado un e-mail cuyo texto podéis ver en la imagen. El primer vistazo me ha hecho sonreír, ante su ironía manifiesta. Pero el espíritu crítico que toda mi vida, desde niño, ha sido patente en mí, me puso sobre aviso de que en este caso nada justificaba sonreír, salvo con una de esas risas que en la literatura se califican como “sarcásticas”.
Sintiéndolo mucho, no estoy de acuerdo con el autor del e-mail al culpar al PSOE de tanto mal. El mal es imputable a quien permitió que el gobierno de la Nación volviera a caer en manos de gente inculta, corrupta, mal preparada. De sedicentes que, con el mayor desparpajo afirman un propósito y actúan en forma totalmente opuesta a sus palabras. Y todo ello, sin molestarse en buscar o pretextar una justificación. A esos extremos llegan en su desprecio al pueblo, al que deben todo lo que son. El señor Zapatero es ejemplo antológico de estos efectos, pero la mayor parte de los políticos que pululan por la Nación, de casi todos los partidos, no le siguen a mucha distancia.