El historiador Ian Gibson ha presentado en nuestro país su último libro “La fosa de Lorca: crónica de un despropósito”. Se esperaba la presencia en el acto del juez Baltasar Garzón, que finalmente no asistió al mismo. La reacción de Gibson fue de tristeza: “me duele mucho que no esté. Es fantástico, le admiro mucho”. Tras esta declaración de intenciones ya se imaginan ustedes por dónde van los tiros.
Señaló Gibson que la decisión de escribir este libro la tomó porque “estaba cabreado, por eso decidí apuntarlo todo”. El comprensible cabreo del historiador se debe a su decepción por el fracaso en el intento de localizar la tumba de García Lorca, y cargó duramente contra el “secretismo” de la Junta de Andalucía a lo largo del proceso de búsqueda, a pesar de los miles de euros que el gobierno andaluz ha invertido en la fracasada intentona.
Durante su disertación, hizo el historiador alguna afirmación que lleva a pensar que el buen hombre, pese a su prestigio en ciertos ambientes, está un poco desorientado en ciertos temas. Una curiosa aseveración fue la de que el estado debería buscar “los huesos del mejor embajador de España de todos los tiempos”. Sin regatear las innegables cualidades poéticas de Lorca, me parece que atribuirle semejante título peca de exagerado y que supone utilizar el nombre del poeta con propósitos partidistas, como es habitual últimamente: no cabe duda de que el asesinato de García Lorca fue un acto execrable y que cualquier persona de bien siente repugnancia ante este crimen; ahora bien, si lo que se pretende es presentar esta muerte como prueba de la barbarie de un bando en contraposición a las supuestas bondades y virtudes del contrario, tal pretensión supone simplemente una falacia.
Yerra Gibson también cuando acusa al PSOE de "falta de valentía a la hora de retirar símbolos franquistas". Al PSOE se le podrá acusar de muchas cosas, pero bravura y fogosidad no le faltan precisamente a la hora de atacar a todo aquello que huela a franquismo. Casos ha habido en los que su exceso de celo les ha llevado a retirar “por franquistas” símbolos que nada tenían que ver con el general Franco o su régimen, siendo en ocasiones bastante anteriores a éste. Hacer semejante imputación de cobardía al PSOE en este asunto me lleva a pensar que Ian está más perdido que Macario sin José Luis Moreno.
Pero tal vez la afirmación más sorprendente de Gibson sea la acusación hecha a la derecha de “no aceptar el holocausto español”. No sé qué demonios entenderá Gibson por “holocausto”, y la derecha, en general, suele mostrarse bastante timorata a la hora de rebatir las sandeces proferidas por la izquierda en todo lo referente a la Guerra Civil. En todo caso es la izquierda la que mayoritariamente no acepta los crímenes cometidos por el bando de su preferencia. Sintomático me parece el caso de Pedro Muñoz Seca, persona sistemáticamente olvidada que no goza del reconocimiento que debiera a pesar de su indiscutible talento y extraordinario sentido del humor: encarcelado en la checa de San Antón espetó a sus carceleros "Podéis quitarme todo, menos el miedo que tengo"; enfrentado al pelotón de fusilamiento, su reacción ante la barbarie fue comentar "Me temo que ustedes no tienen intención de incluirme en su círculo de amistades". Sencillamente genial.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 21 de diciembre de 2010
Publicado el 21 de diciembre de 2010
Artículo relacionado: Ian Gibson, otro paniaguado al descubierto
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.