jueves, 29 de noviembre de 2018

No hay compasión con el disidente


Existe en este país, todavía llamado España, una ciudad de nombre Badajoz situada en Extremadura. Al igual que en el resto de España, cada día más vieja y menos sabia, son muchos los padres de Badajoz que no comulgan con las ideas de, entre otros, el ex rector Peces-Barba y se niegan a que sus hijos sean adoctrinados a través de esa repelente asignatura denominada Educación para la Ciudadanía.

Algunos de los niños pacenses cuyos padres quieren personas y no borreguitos asisten al centro educativo Luis Morales. Pero, hete aquí, que la dirección del citado colegio, imbuida sin duda de progresismo a ultranza y muy solidaria ella, no entiende que parte del personal se rebele contra la arbitrariedad y la injusticia y se dedica a hacer la vida imposible a los niños objetores.


Según informa el diario "Actualidad Extremadura", a los niños que no cursan EPC, en el horario en que se imparte la misma, no se les permite acceder a la biblioteca como han solicitado expresamente y se les obliga a estar en el patio del colegio con independencia de las inclemencias climatológicas. 

O sea: aunque llueva, nieve o el grajo vuele bajo y haga un frío del carajo, las pobres criaturas han de permanecer a la intemperie ante la absoluta inflexibilidad de la dirección del centro, que de EPC, progresismo, solidaridad y todas esas zarandajas sabrán un huevo, pero de pedagogía, niños y sentido común van tremendamente justitos.

Salvando las distancias, al leer la noticia me han venido a la mente imágenes de campos de concentración donde se recluye a los que no comulgan con la doctrina oficial. Con el agravante de que estos niños parecen disidentes particularmente peligrosos, al pretender pasar las horas destinadas al adoctrinamiento (léase EPC) en la biblioteca, que es precisamente donde se curan y combaten estas cosas. Definitivamente, algo está podrido en este bendito país cuando en lo que debiera ser templo de la cultura y el saber se crean ghettos para arrinconar al discrepante.

Quien siembra vientos acostumbra a recoger tempestades y estas son las nefastas consecuencias de las políticas educativas del calamitoso gobierno que padecemos. No culpo de este atropello concreto al presidente Zapatero o al ministro Gabilondo, pero es evidente que hay clientela más papista que el papa o que un kapo judío puede ser más cruel que el más furibundo de los nazis. Por lo tanto, que cada uno cargue con sus propias responsabilidades sabiendo, eso sí, que un extremista aleccionado desde el poder es más peligroso que un chimpancé hasta arriba de hierba, metralleta en mano y en pleno San Fermín: a los hechos me remito.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 28 de enero de 2011

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