jueves, 29 de noviembre de 2018

Gregorio y la educación


La educación es el pilar básico de cualquier sociedad y ha de ser el sólido cimiento en el que se sustente el desarrollo y prosperidad de una nación en todos sus aspectos. Si falla la educación, apaga y vámonos. En lo referente a la educación existen dos campos claramente delimitados: la formación académica, impartida en centros escolares y con los planes de estudios diseñados por la autoridad competente, y la formación personal (valores, creencias, etc.), parcela reservada a las familias. 

Don Gregorio Peces-Barba, ex rector universitario por más señas, no lo entiende así y mete todo en el mismo saco: debe ser el Estado el que asuma por completo la fundamental misión de educar a nuestros jóvenes cachorros en todos los órdenes, excluyendo del proceso educativo a las familias.

Así, declara Peces-Barba en referencia a la controvertida Educación para la Ciudadanía que "es imprescindible (...) que supere la confusión que hay, desde sectores católicos extremistas, de que el tema de la educación es cosa de los padres". Empieza mal Gregorio, pero como una vez puestos no es cuestión de parar, sigue el buen hombre a su puñetera bola: "quien marca el modelo de enseñanza no son los padres, es el Estado".

Por si no lo hubiésemos entendido (cosa harto probable si hubiésemos sido educados como propugna Peces-Barba), remata la jugada Gregorio con una sentencia digna de figurar en cualquier antología del disparate: "los padres no se han preocupado nunca de la educación de los niños. En su momento la abandonaron a unos maestros ignorantes, después a religiosos". Y como dicen que el Pisuerga pasa por no sé dónde, aprovecha la maravillosa ocasión Gregorio para dar leña sin ton ni son:<strong> "la Iglesia en muchos casos asume el papel de la familia. La sociedad española merecería tener un poco de anticlericalismo (sic) por todo lo que hemos soportado, que ha sido muchísimo".

Pues nada Peces-Barba, cada loco con su tema, pero está usted tremendamente equivocado e incluso he llegado a pensar que actúa con mala fe. A mis hijos lo único que les tiene que proporcionar el Estado son los medios para formarse académicamente y que estudien inglés, lenguaje y matemáticas, que del resto ya me ocupo yo. Sin ser "católico extremista" estoy en contra de que mis hijos estudien EPC, no sea que al demonio le dé por enredar, se aborreguen y me salgan como usted, sin ir más lejos.

Le aclaro también que serán sus padres los que no se hayan preocupado de su educación (tal vez por eso así le luce el pelo); los míos lo han hecho, y mucho, inculcándome una forma de entender la vida y valorar la familia que dudo mucho usted pueda llegar a comprender nunca. Maestros ignorantes, como ex rectores ignorantes, ha habido, hay y habrá; pero le aseguro que yo me he encontrado maestros extraordinarios y con una vocación y amor por la enseñanza que ya le gustaría a usted, Gregorio. O tal vez no, visto lo visto. Y a algún religioso he conocido que, en su papel de profesor, podría enseñarle muchas cosas, y tal vez conseguir que reflexionase un poquito sobre las barbaridades que dice, que son muchas.

No tiene usted cara de haber "soportado muchísimo" y no entiendo muy bien a santo de qué la sociedad española "merecería tener un poco de anticlericalismo" (hay que ver lo mal que se expresa, Gregorio), pero me gustaría que me aclarase este asunto. ¿Hasta dónde ha de llegar ese anticlericalismo que tan merecido nos tenemos por no se sabe qué razones? ¿Bastaría con apalear a un par de curas? ¿Sería suficiente con vejar a algunas monjas? ¿Se contentaría con incendiar quince o veinte catedrales? ¿O tal vez habríamos de tomar medidas todavía más drásticas? La pelota está en su tejado, Gregorio, aunque tengo serias dudas de que recoja el guante.

Sospecho que en el fondo a usted el asunto de la educación le importa bien poco. Le veo más partidario del adoctrinamiento puro y duro, en la mejor tradición totalitaria, encaminado a producir industrialmente borregos en serie, alejados de la benéfica influencia de sus familias y de cualquier consideración moral, y fieles votantes de un partido de cuyas siglas no quiero acordarme.  Siento tener que decirle, ex rector Peces-Barba, que no lo conseguirá: queremos personas, no ovejitas reeducadas.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 25 de enero de 2011

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