miércoles, 3 de enero de 2018

Murcia, vivir en green, ¡va a ser que sí!

Faltaría añadir que en Murcia el golf es un deporte cuya práctica es posible disfrutarla todo el año 

Hoy me ha dado por hacer un repaso general de la prensa y anoto a continuación lo que me sugiere un reportaje-noticia que La Vanguardia (antes Española) ofrece en primera página (versión digital) y que titula Urbanismo sediento en Murcia (Viaje a la sequía-1). En dicho reportaje, a cargo de un tal Antonio Cerrillo, ecologista de pro el muchacho a la par que pseudo-periodista, se deslizan abundantes comentarios-perla similares a estos: Grandes vallas con anuncios de nuevas promociones invitan a "Vivir en green", un eslogan doblemente chocante en mitad de este páramo abrasado. El espectáculo de este trasiego de grúas imponentes en movimiento es un perfecto ejemplo del desaforado crecimiento urbanístico que vive la comunidad de Murcia.


Cerrillo, que ha debido de hacer un viaje entre el aeropuerto de San Javier, ubicado junto al Mar Menor, y la casa de algún pariente sociata en un secarral del interior murciano, se permite el lujo de ofrecernos un cursillo acelerado, al menos en la lección 1 y ya veremos si en las siguientes, sobre nuestra forma más deseable de desarrollo, la cual no pasa, evidentemente a juicio de Cerrillo, por construir ni viviendas cerca de la costa ni campos de golf. No quiero pensar que el plumífero-sandía, con el alegato continuado de la falta de agua en la región murciana, en realidad esté mostrando su reconcomio ante la posibilidad de que se desplace hacía aquí buena parte (la más pudiente) de ese turismo masificado con el que cuentan desde hace décadas en Cataluña, donde no existe ni un palmo de costa sin sus correspondientes construcciones y donde los campos de golf, si quisieran hacerlos en cantidad suficiente, deberían llevárselos a las llanuras de Lérida, que son unas comarcas en las que cuando no llueve, hace un calor sofocante o bien hiela varios meses al año o se les mete una niebla helada (cencellada) que les impide ver el sol durante días y días. 

Como ejemplo de intoxicación informativa, con pinta de ir destinada a los adoradores de Pascual Maragall (personaje al que todos conocemos como el muy honorable dispensador de agua), Cerrillo cita el proyecto que Polaris World desea emprender durante los próximos 10 años (repito, 10 años, que ya serán 20) en el término municipal de Alhama de Murcia, distante de la capital no los 15 kilómetros que él cita (el complejo de Polaris), sino unos cuantos más, pongamos 35 y otros 20 hacia la costa más próxima, que es la de Mazarrón y sus numerosas playas vírgenes. Unas playas cuya virginidad también puede encontrarse en otros dos municipios vecinos: Lorca y Águilas. No, no es que yo sea más listo que Cerrillo y sepa mejor que él donde se ubica el próximo resort de Polaris, es que da la casualidad que habré pasado unas 200 veces, como poco, por esa comarca donde sólo una parte accede al agua del Guadalentín y el resto es secano lagartijero.

Luego añade Cerrillo que Polaris anuncia su Condado de Alhama como el resort más grande de Europa y con una futura población de 60.000 habitantes (mi resort lava más blanco y él se lo ha creído), lo que a juicio de Cerrillo convertiría esa urbanización en la tercera ciudad de Murcia. En primer lugar no es cierta su afirmación, de ahí mi tendencia a creer que Cerrillo no conoce esta tierra, porque la tercera ciudad de Murcia es Lorca, que cuenta ya con 85.000 habitantes y creciendo a buen ritmo. Y en segundo lugar, suponiendo que fuese así y se confirmase que Polaris construirá para 60.000 residentes, ¿qué pasa con ello, majete? ¿Qué pasa si en unas tierras donde el agua ahora disponible no alcanza para hacerlas productivas en la agricultura, cuyo consumo es siempre mucho mayor, pero sí para albergar un complejo residencial como el que proyecta Polaris?  

A diferencia de ese turismo de alpargata que ha inundado buena parte de la costa española en busca de playas y poco más, uno de cuyos ejemplos más notables se encuentra en el saturado litoral catalán, la Región de Murcia, de la que como se ha dicho aún dispone de playas vírgenes y accede al mercado turístico con tres décadas de retraso, está incentivando la captación del residente estable de alto poder adquisitivo. Se trata de que las clases medias europeas compren o alquilen sus villas, o sus apartamentos de lujo, alrededor de unos campos de golf que serán regados con aguas depuradas, según indica la ley, y a cuyos habitantes se les dará de beber con el 10% del agua que ahora es insuficiente para el regadío. Eso se llama, y no hacen falta muchas entendederas para comprenderlo, reorientar el negocio. ¿Lo asimilas, Cerrillo?

En resumidas cuentas, los murcianos pretenden, con ayuda de capital foráneo (en algún caso catalán como indica el propio Cerrillo), no el turismo de verano tradicional y barato, cuya duración en el mejor de los casos es de dos meses si no se adelantan las tormentas de finales de agosto, como a veces sucede en la Costa Brava, en la Costa Dorada o en Baleares, donde cientos de hoteles echan el cierre al primer chaparrón porque los clientes se marchan en estampida, sino el residente o turista más estable de clase media que se aloja en su villa durante 10 meses al año y permanece aquí gastando buena parte de su pensión o patrimonio. Luego, precisamente en los meses de julio y agosto, cuando en sus lugares de origen hace calorcito, algunos de esos residentes pasan una temporada en sus países, contando maravillas de los 10 meses transcurridos aquí, y acostumbran a volver acompañados porque han practicado en Europa otro tipo de efecto llamada: En España (para ellos aún lo es) se vive de very narices, se come de p. mother y la vida es muy affordable and cachonda.

Además de la agricultura extra-temprana de invernadero, todavía la principal fuente de riqueza de esta tierra y bocatto di cardinale para más de un guiri de 5 estrellas, existen ya en Murcia una serie de resorts o complejos turísticos (sólo Polaris World cuenta con otros cuatro o cinco más en Murcia) que mantienen en la región una población flotante, relativamente acomodada, de más de 200.000 personas procedentes del Reino Unido, Alemania, Francia, Holanda, Suecia, etc. En un pueblo más bien pequeño como es donde yo vivo, junto al mar, he llegado a ver en el mes de febrero (cuando media Europa se pelaba de frío), aparcados casi juntos y cerca de unos restaurantes donde el pescaito frito lo sirven contra la entrega de receta médica, hasta 7 coches de lujo con matrícula de Luxemburgo. Como le dije a la persona que me acompañaba: Fíjate qué pateras se gastan los luxemburgueses, ¡eso es efecto llamada y lo demás son historias!

La situación descrita justifica que Murcia sea la comunidad autónoma que haya prosperado más en los últimos años (¡ya era hora!) y, lo que es más importante, la que probablemente mayor riqueza alcance en los años siguientes, según informe de Hispalink, efectuado por 19 universidades españolas y que hoy (en otro de los diarios que he repasado) nos ofrece La Verdad de Murcia. La pregunta que quizá deberíamos formularnos los murcianos es: ¿Tiene algún mérito toda esa riqueza que se está consolidando en nuestra tierra? La respuesta es: Sí y no. Sí, por cuanto hemos sabido convertir nuestro mayor problema, la escasez de agua, consecuencia de un clima tan seco como luminoso y apetecible para los europeos que viven en la bruma, en nuestro principal atractivo. Sí, por cuanto el empresario local al fin ha comprendido que debe reconvertir sus actividades y en lugar de pasarse media vida mirando al cielo en espera de ver alguna nube que riegue los secanos, como en el caso de las hectáreas del Condado de Alhama, ha decidido asociarse para impulsar otro tipo de negocio en el que tanto el Gobierno de la Comunidad como la mayoría de los ayuntamientos (casualmente del PP) baten el cobre a diario para dar facilidades. No, y digo no a sabiendas de que es un no poco rotundo, porque es una verdadera lástima que los murcianos no hayamos emprendido mucho antes este camino. Quizá hace años que habríamos salido de ese furgón de cola de la España pobre que aún ocupamos. Pero nunca es tarde si la dicha llega, con permiso de los Cerrillos o becerrillos, más de uno en el Gobierno socialista cuya cobardía interesada se cargó el PHN a instancias de otros que sin duda deseaban eliminar competencia, claro está. 

PD de 2005: Pongo aquí el enlace a un artículo sencillamente magistral del periodista-economista Alberto Recarte. El artículo se titula "Necesitamos campos de golf". De lectura muy recomendable para los cerrillos y becerrillos.

PD de 2015: Se cumplen ahora 10 años desde que escribí el artículo que precede a esta posdata, desde entonces la Región de Murcia ha padecido dos grandes catástrofes naturales: 1) Una sequía de varios años a la que no se le ve el fin y que estos días de julio de 2015 nos despelleja la piel como si fuésemos lagartos. 2) Casi ocho años de un régimen zapaterino que nos dejó a pan pedir al haber anulado el Plan hidrológico a cambio de construir varias desaladoras que o no funcionaron o lo hicieron tarde, mal y a un precio de agua mineral embotellada, de la buena. A Rajoy también se le llenó la boca de promesas hídricas y aquí estamos, a ver si cumple alguna. Como dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, cada vez estoy más convencido de que los murcianos algún día alcanzaremos la inmortalidad: Son ya más de 300 años de soportar malos gobiernos de España por estas tierras murcianas, donde nos consideran los últimos para todo. A cambio de ello, nuestra lealtad a la Nación española y nuestro patriotismo es proverbial y desmedido. ¡Qué injusta es la vida!  

Publicado el 10 de julio de 2005

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