miércoles, 26 de septiembre de 2018

Iracundo exige pureza de sangre

Isidoro "Nosequé", autor del blog reflexiones iracundas, un sujeto que nació cabreado y que en sus anotaciones en otros blogs (insultantes casi todas) suele usar el alias de "Iracundo". De sus afirmaciones se desprende, además, que es un militante activo de UPyD.

Iracundo rechaza por segunda vez un voto para UPyD, primero lo hizo conmigo, tiempo atrás, alegando determinadas “babas” —malas, supongo—, aunque quizá no quiso aceptar mi opinión favorable a Rosa Díez al haberme etiquetado previamente de “nacionalcatólico” o de “fascista”, que es como este pájaro de temperamento híbrido, mitad arrebato mitad torpeza, suele llamar a los liberales no ancápicos. Y ahora hace otro tanto con el moderado Milius (anotador habitual en Batiburrillo), y a saber cuál será la razón. Si no fuese porque su ineptitud le delata incluso antes de que llegue a tocar el teclado, y se le ve venir a mil kilómetros de El Ferrol, diríase que a Iracundo le gusta reeditar la vieja fábula de la zorra y las uvas verdes, siempre que éstas sean inalcanzables, por supuesto.


Si no fuese, asimismo, porque en Red Liberal se le conoce desde hace bastante tiempo, y aquí sabemos que es capaz de derretirse de gusto ante un leve piropo a sus farragosos y atropellados párrafos, en los que una palabra sí y otra no suelen ser un insulto o un desprecio a cualquiera que no le dore la píldora o no le diga que en lugar de alopécico posee tirabuzones, podría asegurarse que el muchacho adopta en la actualidad la postura del “ahora no juego”, tan propia de los niños pequeñitos que no ven fácil ganarle al hermano mayor, más experimentado y por lo tanto mucho más próximo a la realidad del planeta Tierra.

En los comentarios de la dos entradas que se enlazan —hay otras muchas que son igualmente delatoras—, la que se vincula en el primer párrafo y también la de este otro, Iracundo nos ofrece, entre uno y otro improperio, toda una exhibición de su genuino estilo estalinista. Estilo referido, naturalmente, no a la ideología política que profesa, que ni él mismo debe conocerla, sino al sistema netamente agresivo de tratar al enemigo, quien para él nunca será un rival o un oponente con el que intercambiar sobriamente los respectivos puntos de vista. No digamos nada si ese enemigo se declara cristiano, un virus que afecta a más del 80% de los españoles, en cuyo caso su aborrecimiento al hecho religioso hace que se le revuelvan las tripas y defeque las palabras.

Está claro, pues, que el interfecto exige pureza de sangre para aceptarle el voto a las personas —e incluso para emitir una simple opinión sobre su partido—, circunstancia en la que no le serviría ni la propia Rosa Díez, señora con numerosos antecedentes seudo-nacionatas vascos o bien izquierdosos de poco calado democrático, como cuando le puso una querella nada menos que al gran Mingote por criticar en una viñeta el "ven y cuéntalo" turístico, que en realidad coincidió con un período de marcado carácter "terrorístico" y "opresístico" en ese “Uskadi” que se pretendía publicitar a contracorriente de lo que allí siempre se ha vivido: la inseguridad y la falta de libertad que Rosa respaldaba —o no combatía lo suficiente— desde su consejería en un gobierno PNV-PSE. Ojo, la señora Díez ha cambiado para bien, para muy bien, al menos en apariencia, pero que conste que su sangre no siempre ha sido tan azul.

No concibo postura más retrógrada y menos práctica a la hora de afrontar la consolidación de un partido político, pongamos UPyD, sobre todo si se desea salir de lo puramente testimonial y se pretende aspirar al gobierno o a influir decisivamente en el mismo, que ir rechazando votos aquí y allá por un quítame esta o aquella discrepancia. Algo así tiene toda la apariencia, en quien practica la pose altanera y mezquina, de no haber venteado ni de lejos esa cosa extraña que se llama democracia y que anima a lograr las mayorías de gobierno por convencimiento de los discrepantes. El estilo de Iracundo, bien al contrario, no parece distinto al del tipo encastillado que traza una raya en el suelo e iza el puente levadizo: “De aquí para allá, todos fascistas o teocones”. 

La gente evoluciona, mendruguillo, no hace como tú, que cierras los ojos a la realidad y los aprietas con fuerza, no vaya a ser que te entre alguna luz en el cacumen. Los grandes cambios políticos que favorecen al conjunto de los ciudadanos se producen como consecuencia de los dirigentes honrados, pongamos Rosa Díez, que a su vez necesitan imperiosamente, a miles y miles, cuantos más votos mejor, sin necesidad alguna de que el votante haya sido sometido con anterioridad a la prueba del Sida. 

Autor: Policronio
Publicado el 27 de febrero de 2009

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