El que cree que en el mundo los diablos nunca andan sin cuernos y los locos sin cascabeles, será siempre víctima o juguete de ellos. Viene que ni pintada la frase de Arthur Schopenhauer, filósofo alemán, para adjudicársela al gran maestre de la simplicidad en grado 33, que no es otro que ese ZP, mitad víctima mitad juguete de su propio sectarismo, al que la ETA, el terror diabólico y demencial, le ha manifestado a las claras que "descarta declarar una tregua y advierte que va a seguir luchando sin cesar".
¿No sería el momento adecuado para que Zapatero diese por finiquitado su inmenso deseo de paz eterna con quienes practican el odio inmenso y la eterna violencia? No, al parecer no es así. El presidente por accidente, contra la opinión de las víctimas y gran parte de la sociedad española, sólo contempla un escenario: La continuidad de sus pernoctaciones en el palacio de La Moncloa, donde a diario reúne a unos asesores a los que acaba por no hacer caso, toda vez que terminan por imponerse los criterios inmorales de esos otros dos personajes podencos que le llaman a menudo: Maragall y Carod, igualmente grandes maestres en grado 33, en este caso de la felonía hacia España.
Publicado el 17 de junio de 2005
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