martes, 2 de enero de 2018

¿Es necesario ser tan obscenos?


He visto en la televisión y en la prensa algunas imágenes de la manifestación del día del orgullo gay. Francamente, una vez más he sentido repugnancia hacia ese comportamiento tan libertino que les hace parecer menos personas, lo cual es algo muy alejado del orgullo que desean transmitirnos. Porque, en mi opinión, está muy bien enorgullecerse de la decencia, de la corrección, de los valores ciudadanos que esquivan la provocación y el extremismo, pero no de lo radicalmente contrario. Sólo faltaba el cojo manteca rompiendo cabinas con su muleta, o mostrándola como un enorme falo apuntando hacia la boca o el ano de algún congénere próximo. Faltaba... o no apareció en primer plano, a saber.


Hubo maquillajes y vestimentas muy extremadas, cuerpos desnudos o casi, posturas lascivas, morreos al por mayor, exhibición de genitales, letreros insultantes contra cualquier institución que no les hace el juego... Y todo ello, cómo no, encabezado por algunos componentes del aparato socialista, además de Llamazares y otros sujetos de la misma calaña, que aparecieron por allí quizá para calmarse en parte de ese “mono” de ausencia de pancarta o de la necesidad no satisfecha últimamente de alboroto orgiástico. Porque a fin de cuentas era eso mismo lo que parecía la manifestación gay: una orgía multitudinaria. 

Y uno se pregunta: ¿Es necesario ser tan obscenos para festejar algo? ¿No es posible comportarse con dignidad para reclamar o celebrar lo que ellos consideren justo? Da la sensación, sobre todo este año, como si algunos homosexuales pretendiesen dejarnos claro que lo suyo no es más que puro vicio, haya ley favorable o no, les asista algún tipo de patología médica o no. Cuando lo más sensato para quienes desean la equiparación con el resto de la sociedad, sería, sencillamente, que se manifestasen de un modo semejante al de ese resto, que en realidad es lo que creo que son: gente normal que no tiene ninguna necesidad de pasar por viciosa o desmelenada, gente que no se hace ningún favor a sí misma con semejante comportamiento. Pero claro, no sé yo si es propio hablar de sensatez en un colectivo tan “forzadamente” desinhibido, algunos de cuyos componentes basan su singularidad en el sexo alternativo y en el escándalo ostensible, zerolero y almodovariano.

Publicado el 3 de julio de 2005

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