miércoles, 27 de diciembre de 2017

Historias de la España tancredil. Carod haciendo de Carod en Israel...

Se sustituyó la bandera de España, rechazada por Carod, por una segunda bandera de Israel

La historia, suponemos, ya es conocida. Visita de una delegación de la Generalitat a Israel. La comitiva catalana es recibida con todos los honores debidos. Como telón de fondo, dos banderas, la de Israel y la de España. Por pequeño que sea, Israel es un Estado que se precia de serlo. Por lo tanto, cuando acude alguna delegación de alguna región de un país extranjero, considera perfectamente normal recibir a esa comitiva con la bandera del país al que aquella región pertenece, en este caso España.


José Luis Rodríguez Zapatero no es como los israelitas. Es mucho más, digamos...“comprensivo”. Cuando acude a visitarle a la Moncloa un presidente de una comunidad autónoma que ha planteado un plan para escindirse del resto del país, banda terrorista por medio, Zapatero le recibe con honores de Estado, haciendo ondear, a la misma altura de la rojiamarilla (que ya no rojigualda), la bandera ideada (mejor dicho, copiada deficientemente de la inglesa) por Sabino Arana en histérica (con “é”) cena, y a muy altas horas de la madrugada. Si hay que escenificar la “relación amable” España-Euzkadi, Euzkadi-España”, se escenifica. ¿Comprenden ahora la diferencia entre tener “talante” y no tenerlo? “Talante” es conceder, a quien te quiere humillar, categoría de lo que no es.

El problema es el de siempre. Ya lo hemos señalado en muchas ocasiones: cuando se sale fuera de España, o sea, cuando se va por el mundo, este tipo de patochadas no funcionan. Nos ha pasado con EEUU, con Israel y nos pasará con cualquier país medianamente serio. Para más inri, a los nacionalistas-puros y los socialistas-nacionalistas de determinadas regiones, los tenemos muy mal acostumbrados y, en cuanto salen por esos mundos de Dios (o sea, fuera del Estado que, con tantas mercedes les tratan), se llevan “desagradables” sorpresas.

Tres personajes, tan alejados del liberalismo político como Los Andes de Laponia, ilustran perfectamente el actual momento por el que “per”vive la España tancredil. Zapatero, Carod e Ibarra. Ninguno de los tres cree, ni en la Libertad como principio supremo; ni en el libre mercado como norma básica de funcionamiento de la economía; ni en su propia Constitución, que tan buenos réditos personales les ha otorgado; ni, por supuesto, en España. Según Juan Carlos Rodríguez Ibarra, vicepresidente de la asociación de ilustres demagogos españoles presidida por José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero es un “patriota”. Extraño patriota éste, al que le importa bien poco o nada lo que España es: Estado, Nación, Comunidad Nacional… Probablemente, su “patriótico” cerebro no alcance a discernir las diferencias conceptuales existentes entre estas palabras tan asociadas al Derecho Político.

Bien, pues a nuestro amigo el “patriota”, no le importa co-gobernar con el tertuliano de Perpigñan, Carod Rovira. Carod Rovira terminará convirtiéndose en un personaje novelesco; pero de novela costumbrista catalana, no más. Y si no, al tiempo. Ayer, el líder de ERC no se cortó lo más mínimo para decir en Israel: “Esta no es mi bandera”; ahí os quedáis con vuestro homenaje al ex primer ministro Isaac Rabin. ¡Qué le importa a Carod el premio Nobel de la Paz, Rabin, o si éste fue víctima de un atentado de un judío radical! Si no está su “banderita” barrada, no hay ofrenda que valga. Este y no otro es el humanitarismo ilustrado que exhibe el partido de mayor historial jacobino de España y que tanta gracia le hace a Rodríguez Tancredo, la Esquerra. Aprendan la lección: la bandera de una nación ficticia, por encima del reconocimiento a una víctima del terrorismo. ¡Para que luego venga ERC a darnos lecciones de progresía universal y vaya repartiendo carnets de demócratas por doquier!

Esta y no otra es la España tancredil. Que nadie se engañe. El incidente ha salido a colación del viaje de una comitiva presidida por Maragall. Y Maragall y Zapatero son dos socialistas coetáneos. Asuma pues, Rodríguez Tancredo, parte de la responsabilidad de los actos tartufescos que en la Generalitat se vienen produciendo día tras día. Y tenga la valentía de preguntarle al Molt Honorable President: “¿Qué cargo tan oculto le has dado ahora, Pascual, que en Moncloa nos hacemos de bruces, para averiguar por qué se incluyó en tu comitiva oficial a nuestro buen amigo Carod?”.

Autor: Smith
Publicado el 20 de mayo de 2005

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.