jueves, 29 de noviembre de 2018

Pajín, ¿qué otra cosa se podía esperar?


En la primera plana del periódico profesional “DIARIO MÉDICO”, del lunes 24 de enero de 2011, aparece el siguiente titular: “El sector sigue esperando que Pajín se estrene en Sanidad”. Es la presentación de un artículo que culmina con, prácticamente, toda la plana cuarta del mismo. La razón de su publicación estriba en que la ministra del ramo, señorita Pajín, cumple en esta semana los 100 días al frente del Ministerio de Sanidad, es decir, los habituales cien días que se otorgan a un directivo para que acredite lo acertado de su nombramiento.


El origen de esta “sentencia” tal vez se remonta al regreso de Napoleón Bonaparte de su destierro a la isla de Elba, cuando volvió a aglutinar la confianza de muchos franceses y parecía que iba a afianzarse por segunda vez en el trono de Francia. Entre el desembarco procedente de Elba y la batalla de Waterloo, transcurrieron cien días de esperanza y aparente gloria. Al finalizar el período, la realidad echó por tierra todas las ilusiones de Napoleón, dando certeza definitiva al fin del reinado del Gran Corso. En resumidas cuentas: en nuestra Sociedad se ha convertido en norma tácita conceder cien días a todo directivo para que acredite su capacidad en el desempeño del puesto de trabajo al que ha sido destinado.


Visto el expediente académico de la señorita Pajín y su currículum relacionado con la medicina, así como el dominio de la organización de la sanidad española y sus innumerables problemas, ¿qué podía esperarse de la nueva ministra? Las consecuencias que se derivan de la incapacidad del gestor vienen señaladas en el mismo Diario Médico, con otro titular que también figura en primera plana: “Dos psiquiatras condenados a un año de prisión, inhabilitación y 880.000€ de indemnización”. El informe está ampliado en el interior del diario e incluye a otros dos médicos MIR condenados por la misma causa, si bien a éstos sólo se les sanciona con multa. Es decir, queda claro que nuestra Sociedad castiga con frecuencia, a veces ejemplarmente, los errores técnicos en determinadas profesiones, salvo que sea la de la Política. 

Todos los médicos con los que he consultado la sentencia manifiestan su conformidad con ella, encontrando justa una sanción que se impone “por el ejercicio negligente o ignorante de su profesión”. Y el daño ha sido sufrido por una sola persona. El que sufre una nación por la negligencia o la ignorancia de un político afecta a miles e incluso a millones de personas. El de los citados psiquiatras, repito, a una sola.

España está abocada a su descomposición y la miseria se ha apoderado de los españoles. En 1975 éramos la séptima potencia mundial. Ahora estamos excluidos de todo puesto relevante en el concierto de las naciones y hemos pasado a la condición de país apestado, con todas las calamidades que lleva anejas. Muchas personas han vuelto al hambre y miles a la desesperación, situación que se produce cuando todos los miembros de una familia se encuentran en paro, lo que sucede ya en 1,2 millones de familias.

Es la consecuencia de la debacle económica que ha propiciado la ignorancia de nuestros políticos, no pocos de ellos envueltos en la corrupción, la arbitrariedad o el abuso. Visto lo que sucede en España, parece que esa gente constituya una casta que no deba dar cuenta de sus fechorías. Y todavía estamos en los preliminares de la Gran Catástrofe.

El día 16 de febrero de 2009, en Batiburrillo se publicaba un artículo con el título “¿La Dictadura, como solución?”. En el inserté un comentario, manifestando que, en mi opinión, el que un político al que se le nombrase ministro careciera de los conocimientos precisos para resolver adecuadamente los problemas que se le iban a presentar en su Ministerio, era tan insensato como si yo, de profesión totalmente ajena a la Medicina, me dedicara a hacer trasplantes de corazón. Las muestras me dan la razón, así como la de que el mal que yo pudiera hacer en un quirófano, es notoriamente inferior al que puede hacer un político como la señorita doña Leire Pajín al frente del Ministerio de Sanidad, o bien, por poner un segundo caso, en el de Defensa a cargo de la señora doña Carmen Chacón.  

Autor: Rogelio Latorre
Publicado el 25 de enero de 2011

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