Cuando algunos ven la bandera española en Batiburrillo o leen que se justifica el denominado Alzamiento Nacional en nuestra sección de “Memoria Histórica para todos”, llegan a la conclusión, especialmente si no profundizan demasiado en las 4.000 entradas o artículos que aquí pueden leerse, que se hallan ante una de esas páginas poco o nada democráticas en las que sus autores, que han sido varios a lo largo de casi cinco años, no saben cómo pronunciarse abiertamente, pero sin que se les note demasiado, a favor de un golpe de Estado que desaloje a la izquierda del poder.
Quizá por eso no sea infrecuente que recibamos más de un correo, a veces entusiasta, donde nuestros lectores traten de influenciarnos sobre las bondades de otro tipo de régimen distinto al democrático y, de paso, nos pregunten nuestra opinión al creernos tibiamente demócratas. Esperan un sí como respuesta al refrendo de sus iniciativas autoritarias. De hecho, nos creen antidemócratas. ¡Nada más incierto! Aquí somos demócratas al 100% por 100%, si bien partidarios acérrimos no de lo que hay ahora, que en ningún caso lograría el aprobado con una población menos adocenada, sino de una democracia de calidad, ¡auténtica!
Pues bien, uno de esos correos en los que se pide opinión, escrito por alguien que considero un buen amigo y que posee innumerables cualidades, que además es incapaz de hacerle daño a nadie y que en todo momento actúa de buena fe, con decencia demostrada, quiso conocer qué pensaba acerca de otro tipo de régimen, convencido como está de que los males de nuestros días vienen precisamente de la democracia. Le di la respuesta siguiente:
Querido amigo…
Puedes opinar sobre lo que te parezca, ¡faltaría más!, ésa es la grandeza de la democracia, la libre opinión. Ahora bien, puesto que me preguntas, yo te daré la mía: Estoy convencido que una mala democracia no se arregla con otro tipo de régimen. Si uno repasa a lo largo y ancho de este mundo los países cuyos sistemas políticos son dictaduras o poseen democracias de baja calidad, puede llegar fácilmente a la conclusión de que algo así no es lo más apetecible para nuestra patria. Te invito a que localices un país que, sin régimen democrático, en la actualidad pueda servirnos de referente.
El problema que tenemos en España es que nuestra democracia es muy mala, espantosa. De socialismo radical, para más señas, donde cabe todo apaño o enjuague que mantenga a los mismos en el poder. Pero la solución no vendría dada por una dictadura de derechas como al parecer señalas —y mucho menos de izquierdas—, que además de convertirnos en los apestados de Europa, de donde seríamos rechazados y habría que volver a la autarquía de la primera mitad del franquismo —situación que si ya supuso hambre en su época hoy supondría algo trágico en un mundo globalizado—, nunca se sabe en manos de qué dictador íbamos a caer, porque el problema de las dictaduras es que no pueden abolirse así por las buenas y se eternizan a la par que van agudizándose sus muchos defectos. Franco fue una figura excepcional e irrepetible que surgió en unas condiciones muy concretas de nuestra historia reciente, como probablemente lo hubiera sido tu admirado José Antonio, más vehemente en muchos aspectos, pero esos personajes pertenecen a otro tiempo al que no deberíamos volver ni se dan las circunstancias para ello, al menos de momento.
Creo que la labor de todo librepensador, entre los que te cuento, debería consistir en ayudar a mejorar la calidad de nuestra democracia, difundiendo, en la medida de nuestras posibilidades y muy especialmente en nuestro entorno más próximo, los fallos que vayamos detectando y la forma de solucionarlos. Por ejemplo: Es condición imprescindible para que la democracia exista como tal y no constituya un mero nominalismo, que se dé claramente la separación de poderes. En España no se da, puesto que las reformas socialistas del 84 y más tarde consensuadas con el PP pusieron al Poder Judicial en manos de los partidos políticos a través de un paripé en el Congreso de los Diputados.
Otro dato: Si como se está viendo claramente el Estado de las Autonomías es algo que no podemos permitirnos los españoles, ni económicamente ni en relación a la propia pervivencia de la Nación, procuremos ir mentalizando al que quiera escucharnos sobre la conveniencia de una reforma constitucional para o bien eliminar las comunidades autónomas o bien restringirles al máximo sus competencias. Se lograría de tal modo un importante ahorro económico que podría ir destinado a prevenir esas situaciones de indefensión delictiva que tanto nos alarman. Ya hay partidos nuevos que propugnan tales soluciones, como pueda ser UPyD, que no acaba de convencerme del todo al incluir en su ideario más de una propuesta de izquierdas contrarias al derecho natural. Pero estoy convencido que a no tardar surgirán igualmente formaciones de derechas que propongan esas mismas reformas y en las que tú y yo, como votantes, podríamos tener nuestro acomodo.
En resumen: No es dictadura lo que a mi juicio necesitamos, que siempre será una incógnita en todos los aspectos, sino democracia de la máxima calidad, situación ideal aún no lograda en la larga Historia de España.
Autor: Policronio
Publicado el 16 de febrero de 2009
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