domingo, 30 de septiembre de 2018

Menos intervencionismo (y mentiras) y más transparencia


Puede dar la impresión de que ese mismo sistema financiero del que tanto alardeaba hace bien poco Zapatero empieza a tambalearse. Pero que nadie se asuste. Menos mal que tenemos al sapientísimo Solbes para sacarnos del error: Que el Banco de España, tras celebración en domingo de un Consejo de Ministros, intervenga una caja de ahorros es puro trámite, algo normal, una decisión que casi se toma día sí y día también. Es más, la entidad de marras, Caja Castilla-La Mancha, aunque determinadas mentes calenturientas puedan pensar lo contrario, es 'solvente' (adjetivo excelentemente traído) y sólo presenta problemas de liquidez.


¿Y de qué han servido entonces los 50.000 millones de euros que en su momento se transfirieron de nuestros castigados bolsillos hacia bancos y cajas de ahorros, se preguntará algún incauto? Bueno, tal y como puntualizara Zapatero en su momento, aquel plan de 'megarrescate', eficacísimo por lo que se ve, no nos ha costado un solo céntimo a los contribuyentes. Además, los 9.000 millones de euros que ahora avalarán a la CCM ostentan el mismo carácter. Porque los avales, pese a su cuantificación en tantos ceros a la derecha, no son dinero, según una adelantada teoría 'zapatero-solbiana' que ya hace furor en las facultades de Economía de las mejores Universidades del mundo.

Toda esta sarta de embustes y tomaduras de pelo nos lleva irremisiblemente a la siguiente reflexión: ¿Acaso nos toman por imbéciles? Es posible, aunque si el PSOE y sus adláteres mienten con tal descaro es porque saben que disfrutan de una superioridad mediática aplastante, que les permite disfrazar la realidad a su antojo. Sobre todo a la hora de dirigirse, no sólo a sus incondicionales, sino a los sectores menos informados e instruidos de la sociedad.

La quiebra de Caja Castilla-La Mancha, y otras que pueden estar por venir, se debe fundamentalmente a un cáncer del que adolece nuestro sistema financiero: El intervencionismo de los poderes públicos y, más concretamente en el ámbito de las cajas de ahorro, el sometimiento a criterios políticos en detrimento del mercado. El sector financiero español, controlado políticamente hasta los tuétanos, es precisamente el mejor ejemplo; pero, muy al contrario de lo que quería vender Zapatero en Manhattan, de lo que no se debe hacer.

En cambio, los gerifaltes mundiales, ante una crisis originada en gran parte por la expansión monetaria provocada por los Bancos Centrales (públicos y dirigidos a conveniencia de los Gobiernos), abogan en general por más injerencias (¡todavía!) de los Estados para resolver la crisis. Bien al contrario, los organismos reguladores deberían limitarse a actuar como tales y propiciar la transparencia, condición exigible e indispensable en un sistema de libre mercado.

En este sentido, por ejemplo, el rescate de Caja Castilla-La Mancha ha de realizarse con luz y taquígrafos. Por ejemplo, se debería averiguar cuál es el estado real de sus cuentas y en qué han quedado tantos proyectos de naturaleza urbanística que supuestamente contaban con su financiación y que duermen el sueño de los justos. Hablando en plata, hay que investigar quién o quiénes se lo han llevado crudo.

Autor: Pedro Moya
Publicado el 30 de marzo de 2009

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