domingo, 29 de julio de 2018

Rodríguez caerá a poco que Rajoy baje a la calle (y II)

Popularcitos, caricaturizados por la izquierda sormentosa, maestros absolutos de la propaganda y la agitación o agit-prop.

“Se dice que en el término medio está la virtud, cuando lo más probable es que en el término medio se encuentre el tedio”. La frase se atribuye a Eugenio D’Ors y, si se aplica a la política, viene a definir ese estado de ánimo que nos lleva a la indecisión y a menudo a la cobardía. Pondré un ejemplo. Hoy he leído este titular en el Confidencial Digital: “El PP ha optado por una campaña electoral de "perfil bajo", sin exabruptos, para no movilizar a los potenciales votantes del PSOE”. Y añade el diario: “Las cifras de las encuestas y la propia experiencia han hecho concluir al partido que el tono crispado del "España se rompe" juega en su contra y a favor del PSOE. Por eso, el tono de la campaña será captar al votante de centro izquierda 'indeciso'”

Cuando lo que está en juego es una alternativa de gobierno entre dos ideas políticas más o menos intervencionistas (liberal-conservadores versus socialistas-nacionalistas), en cuya disputa solamente se decide el modelo económico que regirá durante una legislatura y en ningún caso se verá alterada la estabilidad del Estado, nada que alegar al perfil bajo que propugna el PP. Que el pueblo escoja si quiere uno u otro modelo, según sus propias creencias sobre la eficacia de la distribución gubernamental, y haya paz y mesura.

Ahora bien, ¿son conscientes en el partido de la derecha que el socialismo zapaterino está cambiando la Constitución, y que ese cambio se produce por la puerta falsa de las reformas estatutarias? Algunas de ellas apoyadas por ellos mismos. ¿Tienen en cuenta, para haber decidido aplicar el perfil bajo, que la igualdad ante la ley ha desaparecido de algunas regiones, donde la lengua, además, se ha convertido en una herramienta discriminante? ¿Valoran el hecho de que a diario se suman nuevos y nuevos partidarios del separatismo, con declaraciones solemnes de sus máximos dirigentes, algunos de ellos integrantes del gobierno autonómico, en las que se ofrecen fechas concretas para soltar amarras? Sin que ante esas declaraciones Rodríguez mueva una ceja. El uso del perfil bajo ante semejante estado de cosas y a tres meses de unas elecciones generales me parece una mezquindad, cuando no una cobardía.

Nadie le pide al PP que se comporte con el mismo valor que un gatito ante una jauría de lobos.

El Partido Popular lo hace justo al revés, no pone toda la carne en el asador porque confía en que sus votantes incondicionales le respondan y cree que jugando a empatar en la competición de marzo, donde se juega nada menos que el título de la unidad de España y la igualdad ante la Ley, puede llegar a lograr una victoria por la mínima ante los que van a salir al campo armados de propaganda hasta los dientes, cuando no de agitación callejera. Y eso, desde mi punto de vista, es asegurarse la derrota, puesto que en ambas circunstancias, victoria mínima o empate, se dependerá de los árbitros nacionalistas, que como es lógico barrerán para casa y dejarán convertido en un estercolero cualquier programa electoral, sea del PP o del PZOE. Con una particularidad, a éstos no les importa mantenerse en el lodazal y en la ruina creciente con tal de seguir firmando en el BOE. Por otra parte, ya se encargará la izquierda de motivar suficientemente a los suyos, porque maestría a raudales en el terreno de la propaganda no le falta. Creer otra cosa supone todo un reconocimiento de que uno es aficionado a vivir en el guindo, en lo más alto del guindo.

Tampoco debe salir corriendo cuando, por ejemplo en los mítines, sus candidatos huyen con el rabo entre las piernas a la menor dificultad que les plantean los matones.

Incluso diré más. Que no confíen tanto los blanditos del PP en que su clientela es adicta sin condiciones, ya que si hay un valor absoluto que la mantiene cercana a los populares es la idea de España. Y si se trata de volver a pactar con gente echada al monte como los de CiU, lo que equivale a una nueva legislatura de paños calientes e incluso retroceso del valor fundamental, más de uno decidirá votarle a un partido que al respecto deje claro su rechazo al nacionalismo de todo pelaje. Luego podría suceder que los populares apenas captaran unos pocos votos de centro-izquierda y perdieran bastantes considerados como propios.

No hay mucho para escoger, la verdad, pero puestos a decidir entre una izquierda democrática y patriota, como pueda ser la nueva formación de Rosa Díez, o una derecha espantadiza, a mi no me cabe más que una duda: O voto Rosa o me quedo en casa. Recordemos la frase de otro clásico: “Toda virtud se fundamente en la medida”. A lo que me pregunto: ¿La medida virtuosa del PP es apelar a la mansedumbre en tiempos tan alterados? Si es así, mereceréis lo que os pase. Merecéis una brillante derrota que suponga el detonante para la renovación de la cúpula del partido; es decir, para ser sustituidos por una ejecutiva distinta y valiente que sea capaz de incluir en su vocabulario la palabra que ahora os falta: Entusiasmo. No me resisto a recordar, finalmente, la cita de un estadista británico, Benjamín Disraeli: “El éxito es hijo de la audacia”. No del perfil bajo, podría añadirse. 

Y ojalá pueda alguien reprocharme en marzo cuanto se ha escrito en esta página.  

Autor: Policronio
Publicado el 4 de diciembre de 2007

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