lunes, 30 de julio de 2018

Apunte de sociología cañí y gastronómica

En la imagen, un plato de las "míticas" patatas al 'montón'.

A nadie se le escapa que comerse unas patatas al revoltón, como es debido, te cuesta un güevo y parte del otro en uno de los restaurantes más caros de Madrid. No digamos ya unos huevos fritos, con puntilla o sin puntilla, sin dejar de lado unas croquetas como es de ley, unas albóndigas fetén o una tortilla de patatas, ésta sin deconstruir y exenta de gilipolleces varias. Cosas de atender a los urbanitas con pasta, sin madre ni abuela. No ignoro que es un lujo pretender comer todas esas cosas fuera de casa. Pero es que comerlas dentro es una quimera. ¿Y?


No les hables a las nuevas generaciones de la diferencia entre unas alubias asustadas y otras tranquilas, o entre una caldereta en crudo o sofrita. El cocido con todos sus avíos es ignorado olímpicamente, y si ya nos metemos entre las discusiones inacabadas entre los partidarios de las migas del gañán o de las del pastor, para qué contarles. Por no adentrarnos en las procelosas aguas de las gachas y su conveniente densidad. Y si ya hablamos de cómo se asa una pierna o paletilla de lechal, no tengo que decirles que cuesta más que entablar una amistad entre los diálogos de Sócrates. Y eso, sin ponernos a convencer a la prole de que cuesta menos un bocadillo de cinco jotas que una mísera ración de pizza de la cadena amiga.

¿Qué ha pasado para que el común de nuestros compatriotas no sea capaz de hacer una tortilla de patatas como Dios manda? A los compatriotas masculinos de nuestra edad, cuarenta y tantos, les asustaba la cocina. Y nuestras compatriotas femeninas hicieron militancia del “Tengo una reunión mamá, mañana me lo cuentas”.

Resumiendo: Que comer bien fuera de casa no está al alcance de cualquiera y comer bien dentro de casa, sin echar mano de la abuela, de menos. Por lo tanto, curso acelerado de cocina buena, bonita y barata. Menos Salsa Rosa y Gran Hermano y más migas, caballas en aceite, caldereta de borrego, tortilla de patatas, judías asustás y etc., etc. Sin olvidar unas buenas acelgas rehogás. No tienen precio.

Por cierto, la Alcaldesa de Ciudad-Real luce muy vistosa, aunque sea socialista del PP.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 5 de diciembre de 2007

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