sábado, 26 de mayo de 2018

El PSOE de ZP y la banda ETA, hermanos de sangre



Tiene guasa que la noticia más relevante de hoy en la prensa nacional aluda a una entrevista del diario Gara con dos miembros de la banda terrorista ETA, que le piden a ZP que se olvide del estado de derecho y haga la vista gorda (¿aún más) para que los pistoleros ocupen sus correspondientes concejalías y hurguen en el presupuesto público. A esa noticia la acompaña el consabido eslogan de Zapatero, que en esta ocasión nos lo ha endosado desde Huelva —cerca de los patitos donde se ha escondido* en Semana Santa— y desde allí ha emitido la siguiente parida: Afrontamos las próximas elecciones municipales con "serenidad, con respeto y con ideas", rechazando así los insultos y las exageraciones de los que no tienen ideas ni propuestas, en alusión clara al Partido Popular. Lo cual es, en sí, una falta de respeto de Rodríguez hacia sus oponentes y una contradicción más en su escandaloso método de insultar a todas horas y aspirar a parecernos un hombre prudente. 


Es decir, la prensa sigue reflejando el protagonismo de esos dos grupos de funestos individuos —gobernantes de izquierda y terroristas de izquierda— que están poniendo a España cabeza abajo en lo político y en lo territorial porque poseen un objetivo común muy alejado del bienestar del conjunto de los ciudadanos y porque trabajan sólo a favor de la facción que cada cual representa. Un objetivo bien sencillo de definir: ¡el poder! Y además con una clara diferencia entre unos y otros, los primeros actúan a la desesperada para no perderlo, una vez que lo alcanzaron del modo más irregular posible; los segundos se mueven con impaciencia para obtenerlo, y convertir una parte de España en una república tiránica. ¡Aún más tiránica!, porque el País Vasco no se caracteriza precisamente por su envidiable nivel democrático.

En ambos casos, bien difícil será desalojarlos de sus madrigueras, ya que nos las habemos ante unos fulanos con mentalidad claramente totalitaria; eso sí, de gran maestría en el uso de la propaganda —única habilidad que cabe reconocerles— y no poca vocación de permanecer enquistados en la sociedad que resignadamente los acoge. Una sociedad que incomprensiblemente ha elevado al socialismo al poder durante 17 años, en dos etapas, y que ha soportado al terrorismo a lo largo de dos generaciones. Hasta hacer que en el seno de los referidos clanes, de indiscutible ideología común, hayan acabado por surgir los hermanos de sangre —sangre propia y ajena—, como todo apunta a que ha ocurrido con el advenimiento de ZP.

Ahora bien, significa el párrafo anterior que yo rechace a esos grupos. En el caso de los etarras, ¡por supuesto que sí!, desde el primero al último de ellos. Representan a una facción indeseable, enferma de radicalidad y violencia, que no es posible aceptar en democracia y mucho menos negociar con ella, salvo que uno se halle contagiado de otro tipo de radicalidad no menos dañina. No opino lo mismo respecto al PSOE, partido al que considero necesario para la alternancia política en España. Eso sí, siempre que el PSOE tuviese el coraje suficiente para desprenderse de los elementos cancerígenos que le llevan a la metástasis y, de ese modo, a la ruina moral de toda España. De hecho, no es el PSOE tradicional, tan cargado de corrupción e ilegalidades durante más de un siglo, el que yo reivindico como necesario, sino un partido socialista más en la línea de la socialdemocracia nórdica o británica, que anteponga los valores de las personas y de la patria a los intereses del partido.

Digo todo esto a propósito de las dos noticias que hoy se destacan en la prensa y que mueven a pensar en lo mucho en común que ha existido y existe entre el PSOE actual, cuyos dirigentes son incapaces de eludir el engaño sistemático a la población, y esa banda de asesinos que reitera de nuevo la existencia de un acuerdo previo con el partido que respalda al Gobierno y la continuidad de unas negociaciones que el propio Ejecutivo niega de palabra pero no de obra. Una banda al margen de la Ley que emplaza a Zapatero, por enésima vez, para que cumpla sus compromisos con ella, destinados al logro de “una Euskal Herria libre y socialista”, algo que traducido a un lenguaje más del común, significa la creación de una tiranía en expansión desde Burdeos hasta Burgos y desde Cantabria hasta el valle de Arán.

No olvidemos que la ETA ha venido acordando con el PSOE lo que ahora le reclama. Y que los acuerdos se lograron antes de las últimas elecciones generales, hallándose ya en vigor esa Ley Antiterrorista que ZP propuso con la intención de incumplirla, como se ha comprobado, y en todo caso como coartada de sus felonías hacia el Estado. Lo que significa un delito de tal magnitud, que de poder demostrarse algún día mandaría a prisión a Rodríguez y a otra docena de altos cargos socialistas, eso como poco. Magnífica oportunidad para convertir al PSOE en un partido decente, socialdemócrata y no totalitario al modo zapaterino. Al respecto, viene muy a cuento la frase de Aristóteles: “La corrupción de una cosa se corresponde necesariamente con la generación de otra”.

Si se considera que moralmente es imposible que el PSOE caiga en un mayor nivel de corrupción política, como se evidencia a través de su alianza con el terror y los separatistas, la lógica aristotélica induce a creer que deberá generarse, dentro o al margen del propio PSOE, un partido socialista alejado de la radicalidad, el engaño y el sectarismo. En cuanto a la frase vacía que nos ha soltado esta semana el muy elemental ZP, anoto a continuación un pensamiento de Baroja que podría definir la trayectoria de tan patético sujeto: “La revolución es buena para los histriones. Sirven todos los gritos, todas las necedades tienen valor, todos los pedantes alcanzan un pedestal”.

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* ZP, ¿te ha contado alguien que en la cuenca del Ebro, especialmente en Aragón, varios ríos se han desbordado y han causado enormes desgracias en las huertas? Por supuesto que te lo han contado, pero tú, vago redomado, que sólo te movilizas por conveniencia política, y tampoco vas demasiado lejos, has sido incapaz de desplazarte a las zonas inundadas e interesarte por las personas que han sufrido la desgracia y la pérdida de cuantiosos bienes. Por eso te digo, con toda la razón, que te has escondido una vez más y has demostrado lo que eres. 

Autor: Policronio
Publicado el 8 de abril de 2007

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