miércoles, 28 de marzo de 2018

Santiago "el fraguista" ya no cierra España



Ni el beneguista Anxo Quintana, ni ninguno de sus consejeros o altos cargos, han asistido a los solemnes actos de la conmemoración del día del Apóstol Santiago. Los nacionalistas señalan que el PSG evidencia, con su asistencia, «su afán de continuar el fraguismo sin Fraga».


Pero analicemos brevemente el disparate histórico de estos "valedores" de la patria gallega:

Durante la Alta Edad Media, el valle del Duero era una inmensa tierra de nadie que servía de frontera natural entre el Emirato de Córdoba y los reinos cristianos del norte: Asturias y Navarra, que eran independientes, y los condados de Aragón y la Marca Hispánica, gobernados por el régimen feudalista de Carlomagno. En esta época no se puede hablar todavía de una verdadera reconquista porque los musulmanes eran muy superiores a las fuerzas cristianas y si éstas vivían en una relativa tranquilidad se debía a los problemas internos del emir cordobés, Alhakam I, que tuvo que aplacar las revueltas de los nobles de Zaragoza, Toledo y Lisboa y acallar a un pueblo que sufría una pertinaz hambruna. 

En ese contexto, en el año 816, aproximadamente, un fraile llamado Pelayo quedó deslumbrado por unas luces (el "campus stellae") que le guiaron hasta un paraje deshabitado, entre los ríos Tambre y Ulla, donde descubrió un sepulcro de mármol que contenía los restos de Santiago el Mayor. El hallazgo de la tumba del apóstol que, según la tradición, evangelizó Hispania antes de morir degollado en Jerusalén, se extendió rápidamente por todo el reino asturiano, con el apoyo incondicional del rey Alfonso II el Casto y del obispo de Iria Flavia, Teodomiro. El propio monarca acudió al lugar del descubrimiento y mandó construir una pequeña capilla, Antealtares, sobre la cella levantada por los discípulos del apóstol -Anastasio y Teodoro- bajo el actual ábside del templo, dando origen a una ciudad a la que llamaron, en su honor, Santiago de Compostela.

A la muerte del rey Casto, Ramiro I afianzó la presencia asturiana en la meseta norte gracias a su victoria en la famosa batalla de Clavijo (844) donde se fraguó la leyenda de Santiago Matamoros, montado en su caballo blanco, que los reyes cristianos utilizaron como estandarte en su lucha contra los infieles. En agradecimiento al santo, el rey asturiano hizo el solemne voto de ofrecer cada año a la iglesia de Santiago las primeras cosechas y vendimias y una parte del botín que se conquistara en todas las expediciones. Este Voto de Santiago se institucionalizó como Ofrenda Nacional en 1643, con Felipe IV, y se repite desde entonces cada 25 de julio.

Nota: Santiago Apóstol, el fraile Pelayo y los reyes Alfonso II, Ramiro I y Felipe IV eran "fraguistas" antes que Fraga existiera.

Autor: Smith
Publicado el 25 de julio de 2006

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