jueves, 29 de marzo de 2018

Gay-ardor, la novia en el entierro

Alberto Ruiz-Gallardón, en su etapa como ministro de Justicia.

Algunos políticos confunden expresamente la modernidad con la depravación. Tal es el caso del alcalde Gay-ardor, o ardor por lo gay, que es la impresión que me ha dado al querer ser, una vez más, la novia en el entierro y el padrino que arroje las peladillas, con el dinero de todos los madrileños, naturalmente. Porque la política de Gay-ardor, tan alejada de la línea que fija su partido, se me antoja que tiene como objetivo recrearse en la suerte, es decir, mostrarse coqueto a diestro y siniestro para cuando Rajoy, en un acceso de autoridad, de esos en los que aún está por desflorarse, decida que Gay-ardor deje la alcaldía y ocupe el número 69 en la lista de la europeas. O lo que es lo mismo, a la puta calle y sin parquímetro.

Ese será el instante apropiado, según Gay-ardor, para pulsar *1# en su móvil y solicitar el permiso de su padrino Polanco a fin de crear una formación política transversal que atesore el voto de cuanto descontento habrá ido creando ZP y que jamás votaría PP. De paso, como quien no quiere la cosa, se trataría de arañar unos cuantos electores a los populares. Con un propósito mercenario: Poner esos votos en subasta. Así, pues, el asunto no puede estar más claro: En vistas de que no distingue más que negruras en su futuro pepero, Gay-ardor ha decidido montarse un partido-escoba para quedarse con las migajas y adjudicárselas, casi seguro, a Polanco, sea para apuntalar a ZP, sea para dejarlo en caída libre como castigo de algún desplante que el talantudo le haya dado al patrón de los “progresistas”. 

Porque no nos engañemos, con los imperios de Prisa y Vocento haciéndole a la limón la campaña política a Gay-ardor, los ocho o diez diputados no es un objetivo inalcanzable. Y tal y como están de emparejadas las encuestas, si fuesen 10 los diputados el asunto se asemejaría al disparo de un cañón sin retroceso, de ahí que Gay-ardor precise munición propagandística en forma de modernidad depravada y de ahí que no haya dudado, para continuar su plan de fuga, en ser la novia en el entierro. ¡Que apostamos a que el partido se llamará Ciudadanos para el Progreso!

Autor: Policronio
Publicado el 31 de julio de 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.