lunes, 1 de enero de 2018

Chávez y ZP en comandita

Finalmente, Fraga perdió en Galicia

Si tenemos en cuenta que en las elecciones generales de 2004, fecha en la que Chávez llevaba ya varios años tiranizando Venezuela, más de 12.000 votos procedentes de la emigración quedaron sin contabilizarse en Galicia al haber llegado fuera de plazo, ahora se entiende el porqué de la demora de las sacas de correo procedentes de ese país caribeño en espera de conocerse si Fraga pierde o no la mayoría por un diputado. 

Todo apunta a que Hugo Chávez ha querido hacerle un nuevo regalito, o al menos lo ha intentado, a su amigo el del talante. Sí, ese que luego suele pagarle los favotes con unas especias, comercializadas por el ministro Bono, que posteriormente sirven para expandir el radicalismo izquierdista a los vecinos del gorila rojo. Claro que si en lugar de referirnos a especias lo llamáramos por su verdadero nombre: corbetas, aviones y material bélico diverso, todo quedaría un poco más claro y nos costaría menos comprender que se trata de un armamento indispensable para los amantes de la paz perpetua, como declaró de sí mismo ZP, y las ansias infinitas de...


Solo que Fraga, perro viejo en esto de la política, diríase que ha tocado la tecla adecuada y su llamada al hermano del dictador cubano, referente ideológico de Chávez, ha desatascado parte de unos votos (a saber cuántos) que estaban enganchados a suelo venezolano con el peor de los pegamentos: El Súper-Glu de la corrupción de la izquierda. Ahí es nada, cabe sospechar juntos y revueltos (motivos no faltan) al socialismo español, que nombra embajador especial para la ocasión (léase comisario político) y a los indecentes bolivarianos de Chávez, rivalizando ambos en ver cuál es el más estafador con la democracia de sus respectivos países. Todo vale en ellos con tal de apadrinar el contubernio de sus congéneres. Ahora comprendo, aunque no secunde esa actitud, el abrazo de Manuel Fraga con Raúl Castro. Y es que hay que estar a bien hasta con el diablo, sobre todo en vísperas de elecciones y cuando el diablo pertenece a la izquierda revolucionaria, que suele ser lo más decisivo a la hora de los pucherazos. 

Si el Partido Popular tuviese lo que hay que tener, de inmediato montaría una oficina en Venezuela para recabar información con urgencia de la gente que ha votado. Luego, si no concuerdan los votos declarados, y sus correspondientes certificados, con los recibidos en la Junta Electoral de Pontevedra, donde se decidirá el diputado de la mayoría de gobierno, a solicitar ipso facto, por cuantos medios sean precisos, una segunda vuelta en esa circunscripción, que tampoco sería la primera vez que sucede en Galicia. Ya dije en otra ocasión que estas elecciones gallegas, de perderlas el PP ante la coalición del PS de G y el BNG, podrían vacunar a Galicia durante unas cuantas décadas más de los gobiernos nacional-socialistas: Nada como que el pueblo vea qué tal gestionan sus respectivas intransigencias esos dos partidos filo-totalitarios para saber lo que no se querrá en las siguientes elecciones y sucesivas. Pero una cosa es aceptar la voluntad del pueblo, que tiene perfecto derecho a equivocarse por sí mismo, y otra cosa bien diferente es tragarse el aparente pucherazo en comandita de ZP y Chávez. Ah, no amigos, eso sí que no.

Publicado el 25 de junio de 2005

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