miércoles, 27 de diciembre de 2017

El debate sobre el estado de la ... ¿nación?


La verdad es que ya no sabemos si somos una nación. El propio Presidente del Gobierno se ha encargado de cuestionar tan trascendental asunto en más de una ocasión. Es cierto que el texto constitucional, que tantas ganas tiene de reformar la mayoría de los partidos políticos -prácticamente todos, salvo el PP-, afirma que, todavía, somos lo que hasta ahora éramos, una sola nación. Ahora bien, desde el preciso instante en el que los “padres” del texto se dejaron meter un gol por toda la escuadra con la barbaridad antihistórica y antinacional de crear las “nacionalidades”, lo cierto es que el proceso constituyente de estas “nacionalidades” no parece tener final, para desgracia de todos los españoles, que nos levantamos cada jornada, pendientes de la boutade separatista del día. En cualquier caso, no deja de ser paradójico que se celebre un debate sobre el estado de la nación, cuando el Gobierno actual está sustentado en un partido antinacional. Cualquier médico conocería de antemano el resultado del análisis.


Ayer midieron las espadas José Luis Demagóguez Zapatero y Mariano Rajoy. Cada cual estuvo a su nivel. Revisen currículums. Zapatero, a pesar de lo que diga todo el cortejo mediático que rodea al PSOE y a pesar de todo el Poder que otorga el ejercicio del Gobierno, no gana un debate a Rajoy ni a la de tres. No recordamos un solo debate en el que Aznar fuera vapuleado por Demagóguez Zapatero, ni una sola intervención de los miércoles en las que el ahora Presidente pille a Rajoy por algún flanco de manera determinante. Y, sinceramente, ayer hubo más de lo mismo. La exposición triunfalista y autocomplaciente de Zapatero se apoyó en tres pilares fáciles de percibir por cualquier analista: 1) logros demagógicos y de cara a la galería; 2) exposición de las rentas económicas que forjaron Rodrigo Rato y José María Aznar; 3) continuas alusiones al pasado aznarista (11-M, Prestige, Guerra de Irak, carácter de Aznar…).

Lo que ocurre, sin embargo, es que las realidades son muy tercas: verdades, datos, cifras, decretos, legislaciones, declaraciones… todo esto rema en dirección contraria, y de manera aplastante, en contra de la demagogia y el tancredismo. Y desengáñense: ni George W. Bush va a llegar nunca a ningún acuerdo profundo con Zapatero; ni éste va a solucionar el problema de la escasez del agua en el Levante español; ni la tambaleante política exterior va a dejar de serlo; ni las cuentas de Caldera sobre la inmigración pueden ocultar los 1.100.000 ilegales que no quiere contabilizar el PRISOE (si en marzo había 1.800.000 inmigrantes y se van a regularizar 700.000, ya sabemos los que quedan); ni la TVE que emite documentales de la Fundación Pablo Iglesias puede ser más sectaria; ni la inversión extranjera va a detener su caída en picado; ni la Internacional Socialista va a poder sufragar la anulación de los fondos de cohesión europeos; ni el lío autonómico en el que los federalistas nos han embarcado, tiene solución alguna; ni la presión del republicano-independentismo sobre el actual Gobierno va a dejarse de notar, para desgracia de monárquicos y españoles; etc., etc., etc...

Mariano Rajoy hizo bien en entrar a tumba abierta en la cuestión que viene ocupando la política nacional durante los últimos meses: la presión del nazionalismo vasco. Y aquí hay que meter todo: desde el Plan Ibarretxe, hasta las negociaciones con ETA…con el “espíritu” de Perpiñán de fondo. Y ¡vaya “espíritu”!, por cierto. Un inciso catalán: Demagóguez Zapatero llegó a decir que “El tripartito es legítimo y debe ser respetado. Cataluña tiene derecho a desarrollarse”. Ya lo saben, sin tripartito, no hay desarrollo catalán. Sobre todo en el Barrio del Carmelo.

Esta semana se ha reunido Patxi López con ETA. Sigan esta ecuación, por si se han perdido: ETA=Batasuna=EHAK; por lo tanto, ETA=EHAK. Sobre lo que esto supone desde el punto de vista moral y, no digamos nada, para las víctimas del terrorismo (no sólo los muertos, ¡ojo!, sus familiares, los exiliados, los extorsionados, los amedrentados…), creemos que ya es suficiente para conocer la catadura moral de quienes nos Gobiernan; y no digamos nada de su sucursal vasquista. En estas condiciones, la lealtad al Pacto Antiterrorista y a los muertos que lo soportan moralmente, está bien claro por parte de quién han sido pisoteadas. Otra cosa es que el PP no quiera sumarse ahora a la jaula de grillos en la que Demagóguez quiere transformar el pacto.

En fin, señores. Un debate nada estéril en el que Rajoy, desde un punto liberal-conservador, dejó bien patentes las contrariedades de la demagogia gobernante. Otra cosa es que el peloteo demagógico hacia los pensionistas, los “represaliados” franquistas, los homosexuales, etc., tenga un eco desmedido en la sociedad actual. Quizás, porque no se haya sabido, o no se tengan suficientes altavoces para explicar que, por ejemplo, nadie niega los derechos básicos a los homosexuales, sino que la institución del matrimonio debiera ser la que siempre fue. Aunque sólo sea porque aunque muchas veces marraron, nuestros antepasados no pudieron ser tan estúpidos como para tener mal configurada esta noble institución sobre la cual se han asentado prácticamente todas las sociedades. Las antiguas y las modernas.

Nota: Hemos leído en algún post que Rajoy no representó precisamente la oposición “liberal” que deseamos, porque hablaba de intervenir aquí o allí, etc… Hombre, tampoco hay que llevar al absurdo las ideas. Siguiendo ese razonamiento, defender planes hidrológicos razonables también es defender el antiliberalismo, por lo que conllevan de “planificación”. Por ese camino podemos terminar en el bakuninismo. Pero bueno, esto es, como todo, opinable.

Autor: Smith
Publicado el 12 de mayo de 2005

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