miércoles, 29 de noviembre de 2017

Maragalletxe, hooligan de La Esquerra


Analizando este fin de semana las diferentes actitudes y declaraciones de los dirigentes del tripartito catalán, uno llega a la conclusión de que las cosas no pueden ir peor para Cataluña y para España.

El dirigente de ERC, Carod Rovira, ya nos tenía habituados a su agresividad jacobina. Para este dirigente, los españoles somos una especie de bestia negra de Cataluña, a la que oprimimos y odiamos, otorgándole serviles papeles de comunidad segundona. Lo que opine y diga Carodetxe tiene su importancia, porque, como ya nos enseñó de manera gráfica y notoria, en su bolsillo dispone de una llave de relevancia extrema, no sólo en Barcelona, sino también en Madrid.

Pero más problema es el del nuevo Hooligan de la Esquerra, Pascual Maragall. Este señor, una de dos, o tiene una diarrea mental que no se la aguantan ni en su propio partido, o es que realmente es un criptoseparatista infiltrado en las filas socialistas. Porque realmente hay cosas que ya sobrepasan el estrambote bufo y la empanada ideológica. Cosas que, hasta ahora, se le han perdonado al President, porque, por lo visto, a los políticos españoles, cuando sacan las patitas del tiesto en dirección extremoizquierdista, se les perdona todo, que ya estará el grupo Prisa para arreglar declaraciones y hacerse eco de las rectificaciones que hagan falta.

Pero una cosa es divagar sobre el Federalismo Asimétrico y hacer guiños a ETA, cosas que por muy importantes que sean, no dejan de ser declaraciones políticas, y otra cosa es actuar en calidad de Presidente del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Cataluña, instigando una auténtica insurrección deportiva, partiendo en dos la federación española de jockey y presentándose en un campeonato del mundo para avalar el disparate deportivo mayor de nuestra Historia y para colmo, fotografiándose con la cuatribarrada estelada, que no es que sea inconstitucional (cualquier bandera extranjera lo es), sino que es abiertamente anticonstitucional y antiespañola. Como todo el mundo sabe, la bandera catalana con la estrella de cinco puntas añadida ha simbolizado toda la vida el sentimiento antiespañol más profundo entre las filas separatistas catalanas. Y esto son palabras mayores para estar hablando de un Presidente de una Comunidad Autónoma estatal. A diferencia del País Vasco, donde la bandera oficial del PNV terminó imponiéndose como la de “todos” los vascos, en Cataluña no se logró introducir la bandera separatista en las instituciones. Pero hete aquí, que todo un Presidente de la Generalidad, se dedica a hacer profesión de fe separatista y avala lo que dicha bandera representa en un acto deportivo.

Se había comentado mucho que los votos de ERC eran la “herencia de Pujol”. Dos décadas de pujolismo habían fortalecido la corriente política extremista. Tanta gramática catalana en escuelas, hospitales, comercios, centros oficiales… Con tanta exclusión antiespañola, la gente llegó a la conclusión de que para votar nacionalismo, se quedaba con el original (ERC) y no con la copia (CiU). Y un poco de esto ha vuelto a pasar en este desagradable acto. Ningún dirigente del tripartito quiso perderse el magno acontecimiento deportivo. Nadie, ni el PSC, quiso quedarse atrás en la carrera del separatismo. Creemos que la situación es más preocupante de lo que la gente piensa. Cuando el PSC no es que juegue, sino que participa de lleno en las lides separatistas, es que las cosas van realmente mal. No sólo para España, sino también para Cataluña.

Autor: Smith
Artículo publicado el 25 de octubre de 2004

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.