domingo, 28 de octubre de 2018

El lamentable favoritismo del rey


El rey de España ha demostrado una vez más que habla por ‘boca de ganso’, una expresión que viene a significar, en la mejor de sus acepciones, que el monarca se manifiesta de acuerdo con la opinión de otro. Y ese otro, desde ya antes del 23-F, no es alguien distinto al mandamás socialista de turno, o sea, el individuo del PSOE que de ser contrariado es capaz de iniciar una campaña callejera (hoy diríamos mediática) que desemboque en un referéndum para poner al ciudadano Juan Carlos camino de Cartagena. Es decir, lo que sería un orgiástico y continuado ‘Nunca Mais’ referido a la monarquía.


Qué vergüenza ajena he sentido al comprobar cómo el jefe del Estado, desde una posición bastante partidista y tras seis años de mirar para otro lado en cada una de las fechorías zapaterinas, que han sido numerosísimas, sale ahora a primera línea y nos pide a los españoles, o a nuestros teóricos representantes políticos, que apoyemos un pacto de Estado para superar la crisis económica. Una crisis que, a los datos me remito, es la única que le interesa al monarca que superemos para que Zapatero (o el socialismo de siempre) no pierda el poder y, de paso, que alguien pueda poner en riego su propio bienestar, del que se asegura que es mucho y bien repartido en más de un país. 


Quien no ha sido capaz de pronunciarse sobre el gravísimo debilitamiento de la unidad nacional o sobre leyes tan inmorales como la del aborto, Educación para la Ciudadanía o Memoria Histórica, entre otras, que suponen la degradación continuada de nuestra sociedad y nos adentran en el enfrentamiento o el desenfreno más atroz, que es esa forma de vida descrita de un modo casi lapidario mediante el aberrante ‘todo vale’, sale ahora en auxilio servil del PSOE zapaterino y pide un pacto de Estado ante la crisis. Es evidente que no es el rey quien ha decidido sobre el llamamiento al pacto, sino que habla bochornosamente al dictado. 

Quien ha permanecido callado como un muerto ante las abundantes transgresiones a la libertad y la igualdad ante la ley, como son los estatutos de autonomía reformados, creadores de nacioncitas de diseño y clases políticas cismáticas y manirrotas, o ante más de dos años de negociaciones y cesiones con una banda de asesinos, cuya última secuela es el caso ‘Faisán’, o ante la pésima calidad de la enseñanza, que además ha sido impuesta totalitariamente en lo lingüístico en comunidades como Cataluña, o ante el mangoneo político en la Judicatura, que supone una ausencia total de separación de poderes y la flagrante impunidad de ciertos personajes, o ante la desaparición repentina de proyectos vertebradores como el Plan Hidrológico Nacional, razón de la espantosa guerra del agua que hoy padecemos y germen de serias disputas entre las regiones, no tiene ninguna autoridad moral para pedirnos nada de nada. Ni en lo económico, ni en cualquier otro aspecto. 

En resumen, si este es el jefe del Estado que algunos prefieren; por mí, ¡que pase el siguiente y a poder ser elegido en las urnas! 

Autor: Policronio
Publicado el 12 de febrero de 2010

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