miércoles, 31 de octubre de 2018

El caso Matas salpica a Rajoy

Rajoy y Matas.

Uno de los grandes estadistas contemporáneos, Bismarck, afirmó en su momento que ‘es un gran mal el de no saber decir con resolución sí o no’. El estadista definió de tal modo al político mediocre que no es capaz de decidirse nunca a nada, salvo que posea una certeza absoluta que le impida pillarse los dedos, certeza a la cual nunca llega porque precisamente su mentalidad se lo impide. Es decir, esos políticos vacilantes son gente que en el fondo lo único que buscan es su propia seguridad. E incluso suelen comportarse con no poca torpeza, ya que a veces la inacción, además de mantenerles lejos del poder, por ejemplo a Rajoy respecto al Gobierno, acaba por volvérseles en contra. 

Tal sería el caso de Rajoy respecto a Matas, al que el PP le ha venido presionando por lo ‘bajini’ para que renuncie a su militancia en el partido, lo que éste ha hecho durante un año (¡pásmense!), en lugar de haberle expulsado en cuanto se conocieron algunas de las irregularidades que acarreaba a sus espaldas el tal Matas. Pero no solamente Rajoy ha actuado con indecisión a la hora de expulsar a un fulano sobre el que acaban de decretar prisión provisional y tres millones de euros de fianza (¡qué no habrá visto el juez!), sino que ahora se ha sabido que Rajoy (porque fue Rajoy quien tomó la absurda decisión), le puso a Matas un sueldo de 5.000 euros mensuales y en concepto de no se sabe qué para que dejase la política. Y algo así, no nos engañemos, significa que entonces se conocía ya que Matas estaba pringado hasta las cejas.

Si tomamos este ejemplo de corrupción clara para definir el comportamiento asustadizo de Mariano Rajoy, y extrapolamos su forma de actuar a los innumerables problemas que padece España como consecuencia de quien ha venido a ser el Atila de nuestro tiempo, es decir, el escabroso ZP, a uno le da por pensar qué haría Rajoy si alguna vez llegase a presidir el Consejo de Ministros y se encontrara sobre la mesa unos cuantos miles de problemas por resolver, a cual más grave y todos prioritarios. No, definitivamente no es Rajoy el hombre llamado a solucionar los problemas de los españoles. ¡No es un estadista ni de lejos! Puede que Rajoy llegue al poder, más que nada como consecuencia de un ZParo al que ya le ha calado casi todo el mundo, pero nada cambiará en lo esencial de la política que ahora padecemos. Cualquier reforma que sea precisa, algunas angustiosamente urgentes, se ahogará en un mar de dudas y se eternizará hasta que se pudra. Y cuatro años pasan volando. Lo que significa que el día que se marche Zapatero a su casa y entre un socialista con cara y ojos (al menos hasta que se le conozca bien) volverá a derrotar a Rajoy. Y vuelta a empezar. Entretanto, los españoles apaleados.

Autor: Policronio
Publicado el 30 de marzo de 2010 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.