jueves, 27 de septiembre de 2018

Hitler y nuestros progres

Por más que algunos pataleen y lo nieguen, el origen de esta pareja de la imagen es... Sí, sí, el socialismo.

El caso es que por más vueltas que le doy al asunto, no acierto a comprender cuales son las razones de la animadversión, real o presunta, de nuestros progres, por el nazismo en general y por Mussolini y Hitler en particular. Será porque queda bonito y asegura un buen caudal de votos de la gente más desinformada o atolondrada.


O será que desprecian sus métodos autoritarios, cuando se puede matar a los más indefensos, un millón de abortos desde su despenalización en tres supuestos, con métodos limpiamente democráticos, o desear íntimamente o no tanto, la desaparición de los judíos de la faz de la tierra, con el expediente de compadecerse de los pobres palestinos, o de ponerse del lado de los árabes, a ver si un día aciertan en sus métodos bélicos y nos ahorran “un problema”.

Es el mismo desconcierto que me produce su empeño en mostrarse atribuladamente preocupados por los más “débiles”, por su educación, por su facilidad de acceso al empleo, por su cultura y demás pamplinas progres.

Tenemos la peor escuela pública de los países del entorno, como les gusta decir. Escuela pública a la que sí o sí deben acudir los más desfavorecidos por la fortuna en busca de una instrucción que les asegure un porvenir más o menos provechoso. Ya se cuidan ellos, por otra parte, de mantener alejada a su prole de semejante antro.

Se muestran preocupadísimos, hasta la enfermedad, por los castigados por la crisis, por los más pobres y sin embargo, los únicos que realmente han recibido algo tangible y susceptible de anotación contable han sido los banqueros. ¿Cuándo veremos a Hernández Moltó donde se merece, por manirroto?

Su preocupación por el problema del paro nos acerca peligrosamente a que el veinticinco por ciento de la población activa viva de lo que vivieron nuestros ancestros del paleolítico: de lo que buenamente dé la tierra.

En fin, que yo les rogaría encarecidamente que no se preocuparan tanto por nosotros, o como poco, que me libre de ser sujeto pasivo de sus desvelos, no vaya a ser que me vea obligado a pedir turno para comer en los comedores de cáritas, aunque me encuentre en la tesitura de ser regañado por los compadecientes sindicatos. 

Por cierto, que haciendo falta voluntarios en los comedores sociales, no se conoce de ningún caso de liberado sindical que se haya apuntado a dar de comer a los parias de la tierra.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 8 de marzo de 2009

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