jueves, 28 de junio de 2018

Breve inciso en el pasotismo regio

Rey Juan Carlos I. A comienzo de su reinado se le quiso apodar "El Breve", hoy más bien debería llamársele "El Superviviente".

Ha sido tan acentuado el pasotismo del Borbón en los temas relacionados con el terrorismo y el separatismo, muy especialmente en lo que se refiere a ese “diálogo” de ZP con los etarras, que una vez que ha pronunciado unas palabras de apoyo a las víctimas, encarnadas en esta ocasión por Miguel Ángel Blanco, no hay medio periodístico que no las destaque; alguno de ellos, ciertamente pasmado por lo que —así se entrevé— casi le parece un acto insolente del monarca, como es el caso de El País, que viene contraprogramando desde hace días con artículos como el denominado “División en el décimo aniversario…”, donde se justifica, en palabras de Patxi López, que los socialistas vascos acudieran a la concentración del Ayuntamiento de Ermua —200 personas frente a las 3.000 de la marcha convocada por la Fundación Miguel Ángel Blanco— porque “es la unitaria de todos (¿?) los grupos políticos que representan a la sociedad vasca y porque es el momento de la unidad frente a actos partidistas y partidarios”. Es decir, El País no duda en destacar por boca de ganso que el acto de la Fundación fue “partidista y partidario”. 


Otro diario gratamente sorprendido al comprobar que aún hay vida en La Zarzuela y que su principal inquilino no es sordomudo como el tito Jaime, según creían, ha resultado ser el monárquico ABC, que durante buena parte del día ha mantenido el encabezamiento de su portada electrónica con el siguiente titular: “El Rey fija una pauta de firmeza contra ETA al evocar con emoción a Miguel Ángel Blanco”. ¿Pauta? ¿Firmeza? ¿Contra ETA? ¿De dónde deduce tanto brío el diario de Vocento? ¿De este mínimo enunciado: “muy cruel y cobarde asesinato, a manos terroristas”? Curioso ese “contra ETA” cuando el Borbón ni siquiera cita el nombre de la banda asesina. ¡Anda que no tienen ganas estos del ABC de destacar algo potable del Rey! 

Lo primero que me pregunto, por ejemplo, es si el Rey hubiese pronunciado el mismo tipo de discurso en un Parlamento que se ha negado recientemente, rota ya la tregua-trampa, a revocar la autorización para negociar con los etarras. Porque evidentemente no tiene el mismo valor hablar para un grupo numeroso de militares —víctimas muchos de ellos, sus familiares o sus compañeros de promoción—, en la conmemoración del trigésimo aniversario del ministerio de Defensa, que al inicio de una legislatura o a mediados de ella, con motivo de alguna celebración solemne de las muchas posibles, y para ese racimo de separatistas irredentos que contaminan la Cámara parlamentaria.

Juraría que el monarca no hubiese dicho lo mismo en ambos casos, aseguraría un comportamiento más adaptado al terreno ante los radicales que pueblan el hemiciclo, cualidad nada despreciable para un jefe de Estado —el instinto camaleónico— que pretende seguir siéndolo aun a riesgo de quedarse sin reino o pasar a poseer la misma representatividad que un molde de escayola. ¡De pena! Como de pena me parece el incierto futuro que le aguarda a nuestra patria, del que no me extrañaría nada, visto el derrotero actual, que a no tardar pasase a constituirse en una especie de Commonwealth de la señorita Pepis, en la que cada cacique autonómico acabará por legislar en su territorio que debe preceder al Rey en los actos oficiales. De momento y por si acaso, los catalanes han creado ya su Agencia Tributaria y el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, “preludia la desvertebración del Estado”. 

Autor: Policronio
Publicado el 13 de julio de 2007

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