miércoles, 14 de marzo de 2018

Agua por energía o la Guerra Civil que se avecina

El agua no es propiedad de nadie ya que todos la necesitamos. 

Lo del 11-M no tardará en dejar de interesarnos, algo mucho más inquietante vendrá a sustituirlo. Lo de ETA será una chiquillada de escaso valor que apenas contará para nuestro interés. Lo del Estatut no pasará de ser algo propio de niños pequeñitos y todo lo demás, por más delicado que ahora parezca, carecerá prácticamente de relevancia si se considera la enorme gravedad de la Guerra Civil que se avecina. Una guerra, por cierto, en la que no se intentará ningún golpe de Estado y en la que los militares no intervendrán en dos bandos sino en múltiples facciones. Paso a desarrollar el asunto y espero que el único argumento en contra de mi tesis no sea llamarme catastrofista aunque reconozco que pueda parecerlo.


En estos días no cesa de hablarse de la enorme irresponsabilidad que ha contraído el gobierno socialista al reiterar una y otra vez la veracidad del alto el fuego de ETA, asunto que la propia banda terrorista se ha encargado de desmentir al afirmar que sigue extorsionando y que no ha variado ninguno de sus planes. Y no los ha variado, sencillamente, porque también puede permitirse el lujo de extorsionar a los socialistas y amenazarles con desvelar cuanto conoce del 11-M. 

Por su parte, mientras el gobierno de la Nación mira para otro lado, la facción nacionalista del socialismo catalán está incumpliendo de lleno la ley electoral al emitir y enviar propaganda institucional a favor del estatuto, un delito que quedará impune con esta Fiscalía General entregada de lleno al poder político de ZP, de ahí que Maragall y sus esbirros no duden en cometer todo tipo de irregularidades con tal de sacar adelante una horrorosa ley de la que depende su futuro político. Quienes afirmaron que la nueva norma respondía al clamor popular de los catalanes no dejan de advertir que ahora, cuando en las encuestas apenas sobrepasan el 25 % los interesados en ella, necesitan recurrir a todo tipo de irregularidades para no quedarse solos o que gane el NO.

También ocupan la portada de los diarios, para vergüenza de los socialistas de base, ciertos aspectos lastimosos como la actitud pusilánime de Zapatero ante un chorizo descarado como Evo Morales. Y no digamos nada de esa enorme afluencia de ilegales que llegan a Canarias mientras al delegado del Gobierno en las islas lo único que se le ocurre es llamar nazi a la portavoz de los populares. Incluso, para mayor escarnio, ese mismo delegado desmintió no hace mucho toda posibilidad de que existiesen barcos nodriza, respecto a lo cual la Vice-Vogue anunció ayer la contratación de un satélite para efectuar el seguimiento de esos mismos barcos “inexistentes”.

Por otra parte, se sabe que hay una compaña orquestada y dirigida por José Blanco para inculpar a Eduardo Zaplana, de paso a cuantos altos cargos del PP sea posible, con acusaciones infundadas que le impulsen a dedicarle su tiempo a las querellas en defensa de su honor. Mientras, Alonso no dimite aun cuando está probado que fue el responsable político de unas detenciones ilegales, con la aprobación de Rodríguez ZP, naturalmente.

¿Tiene algún valor todo lo antedicho? Sí, si viviéramos en una democracia consolidada y con separación real de poderes, en cuyo caso este gobierno de radicales y antidemócratas o bien habría dimitido o tendría la mitad de sus miembros con demandas pendientes de resolución en el Tribunal Supremo. Sin embargo, visto de otro modo y aceptando la realidad de que Zapatero es un individuo antisistema que intenta crear un Régimen pseudo totalitario y que no dudará en destruir cuanto pueda hasta que se le eche, el valor de sus barrabasadas es casi nulo por cuanto no tardará en escapársele de las manos el control del Gobierno de España. ¿Cómo sucederá algo así? Muy sencillo, al comenzar a recoger lo que ha sembrado: Rivalidad, enfrentamiento entre las regiones y arbitrariedades sin límite que en más de una comunidad ha quemado ya la sangre a sus habitantes. Veamos un caso concreto de entre todos los posibles:

Castilla-La Mancha y Andalucía han incluido en sus respectivos estatutos el control exclusivo de las cuencas hidrográficas que discurren por su territorio, lo que significa que no tardará en cerrarse el grifo del Tajo hacia el Sureste (Murcia y Alicante) y ya veremos qué ocurre con el nacimiento del río Segura en la jiennense Sierra de Cazorla. Si a eso le sumamos que los aragoneses piensan hacer tres cuartos de lo mismo, por ejemplo respecto a los ríos que nacen en Teruel y desembocan en la Comunidad Valenciana, pongamos el Mijares y el Turia, y que el Ebro, según estamos cansados de oír, no debe ceder ni una gota de agua a las tierras sedientas del Levante español, me temo que no tardará en declararse la “Guerra del Agua”, una guerra a la que no será ajena la majadería y el espíritu retorcido de Zapatero.

Es más, ni murcianos ni valencianos parecen gente de buen resignar, sobre todo ahora que ambas comunidades son de las que más crecen económicamente y por lo tanto no ignoran que ese desarrollo se encuentra al albur de actitudes tan egoístas como injustificadas. ¿Qué significa algo así? Pues francamente, visto que todo vale en este mundo de orgías sediciosas y mezquindades toleradas representadas por la política gubernamental, dispuesta a moverse exclusivamente mediante el chantaje de terceros o bien a claudicar ante ellos, no quedará más remedio que decidirse a que cada cual utilice la fuerza que posea. Y la fuerza del levante español, sin demérito de otras zonas, es mucha y muy valiosa. En esa área se produce gran parte de los alimentos que la España del norte o el interior necesitan.

Sí, conforme, las verduras, hortalizas y productos frescos pueden llegar a comprase en cualquier parte de Europa, incluso en Marruecos y otras zonas del norte de África. Pero... y la energía, ¿cómo llega la energía a Andalucía, Aragón y especialmente a Castilla-La Mancha? ¿Cómo llegará en los próximos años ahora que se van cerrando las centrales nucleares? Pondré sólo un ejemplo: El valle de Escombreras, en Murcia, es el centro productor y distribuidor de energía más importante de la Península Ibérica. A su gran puerto, además de enormes petroleros y buques gasísticos, arriba toda clase de mercancías destinadas a la transformación de productos derivados y destinados a la industria nacional. Ya no hablemos del gran puerto de valencia. Sólo en el citado valle de Escombreras existen en funcionamiento o en construcción cinco grandes plantas de ciclo combinado que producen o están  en vías de producir más del 40 % de la energía que se necesita en España, buena parte de ella destinada a regiones que desean cerrar los grifos del agua, en cuyo caso particular el abastecimiento energético que les ofrece Murcia sobrepasa el 70% de sus necesidades.

Es tal la angustia que producen en Murcia los sucesivos trasvases cero, que es lo que últimamente ha venido decidiendo el Gobierno contra el parecer de los técnicos y sus informes favorables a un riego de socorro, que se habla ya de cerrar otros grifos distintos a los del agua. O lo que es lo mismo: Agua por petróleo. O si se quiere, agua a cambio de electricidad o de combustibles refinados en Murcia. Porque del mismo modo que el gobierno de la Nación, a instancias del ejecutivo de Castilla-La Mancha, afirma que sólo autorizará trasvases para consumo humano, sin reparar en que esos humanos dejarán de serlo si pierden los 35 millones de árboles frutales que hay en Murcia, puede darse el caso que la Región Murciana se declare en rebeldía —ningún motivo mayor que la propia supervivencia— y decida que sólo autorizará trasvases energéticos o salidas de flotas de camiones que vayan destinadas a Hospitales y similares, es decir, directamente al consumo de primera necesidad.

Y si ocurre algo así, ni manchegos, ni andaluces, ni aragoneses se quedarán de brazos caídos. Es lógico que se movilicen y lo harán cuando de necesidades perentorias hablamos. Y vendrán a Murcia en busca de lo que necesiten, lo mismo que harán si no les queda otro remedio que ir a Valencia o a otras regiones, lo que significa que el deseo de tomar aquello a lo que uno se cree con derecho puede llegar a degenerar en rapiña y a extenderse al conjunto de las regiones españolas. De ese modo habrá comenzado un sinvivir que puede acabar en violencia generalizada o una Guerra Civil de todos contra todos, dejando en pañales situaciones ahora preocupantes como la ETA, el Estatut, la emigración incontrolada o el mismísimo 11-M. Y todo ello a causa de un gobernante incapaz, con nulo sentido de Estado, que se siente a sus anchas enfrentándonos a unos contra otros.

Publicado el 16 de mayo de 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.