martes, 30 de enero de 2018

Dejemos claro lo del boicot


Mira por donde, respaldo a pies juntillas el boicot que Minuto Digital propone para el Premio Planeta. Creo haber demostrado en algún artículo, así como en numerosos comentarios, que no me embarga ninguna postura radical respecto al deseo de boicot generalizado a los productos catalanes; al contrario, dicho boicot me sigue pareciendo un inmenso error que, de practicarse tal y como algunos proponen alegremente, tarde o temprano repercutiría en la totalidad de España y acabaría empobreciéndonos. Si no a todos, porque siempre hay pescadores en ríos revueltos, al menos afectaría a la mayoría de los españoles, catalanes incluidos, por supuesto. 


Pero hay excepciones. Las más significativas, en mi opinión, son las de algunas empresas que firmaron una carta publicada en La Vanguardia para que el PSC y CiU se pusieran de acuerdo a fin de que el Estatuto catalán prosperase. Un estatuto, nótese el detalle, cuyo borrador era conocido de sobras por las empresas solidarias y animadoras del proyecto. Un Estatuto, recordémoslo, no solamente liberticida e ideológicamente opresor de la ciudadanía catalana, sino que además se permite la desfachatez, en el apartado quinto de su preámbulo, de considerar lo que es España: Un Estado plurinacional. Como si 120 parlamentarios catalanes pudiesen decidir por su cuenta determinadas atribuciones acerca de la única nación que la Constitución reconoce.

Pues bien, el Grupo Planeta, cuya actitud de respaldo al Estatuto catalán deja mucho que desear, eso sin contar que la editorial posee el 40% de un medio tan propagador del odio (esta vez sí) como es el diario Avuí, acostumbra a ofrecernos por estas fechas su principal producto literario: el Premio Planeta. Si algunos consideraran que la posición del Grupo Planeta no es lo suficientemente razonable respecto al Estatuto, como es mi caso, lo lógico sería enviarle un mensaje al señor Lara para que recapacitase y sacara un comunicado de prensa. Un comunicado, redactado en términos inequívocos, desdiciéndose de su apoyo a esa ley tan perjudicial para la inmensa mayoría de los españoles.

Sí, se sabe que el Grupo Planeta está atrapado donde más le duele por determinadas leyes nacionalistas, dispuestas siempre a exigirle, como método de chantaje, un alto porcentaje de libros y vídeos editados en catalán, es decir, invendibles y por lo tanto destinados a arruinar a la empresa. Y se sabe, además, que buena parte de la financiación que un grupo mediático de tal envergadura como es Planeta, entrampado hasta las cejas en la operación Antena-3, no permanece ajeno a ciertas entidades bancarias catalanas, como puedan ser la propia Caixa o el Banco de Sabadell, a su vez participado notablemente por La Caixa. Pero ya va siendo hora de que el señor Lara mire un poco menos por la expansión de sus negocios y un poco más por la moralidad de los mismos, no vaya a ser que acabe muy bien financiado pero sin compradores a los que colocarles sus productos. 

No se trata, pues, de prescindir por completo de cualquier obra del citado Grupo editor, al menos de momento, pero dejarle en los almacenes unos cuantos miles de ejemplares no vendidos del Premio Planeta, para más inri publicados en castellano y elaborados en Barcelona, no sería un mal principio ni un método de aviso descabellado. Lo mismo podría valer, inicialmente, respecto a las otras empresas firmantes del manifiesto en apoyo del Estatuto catalán: Escojamos su producto más emblemático y hagamos como que no existe. Yo, que poseo en mi domicilio al menos una docena de premios Planeta, ninguno de los cuales me ha convencido lo suficiente en cuanto a calidad, no seré de los que engrose mi biblioteca con la edición del presente año. Y ya veremos en los sucesivos.

Publicado el 4 de noviembre de 2005

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