sábado, 30 de diciembre de 2017

Una tarde en Salamanca


Los lectores que hayan seguido regularmente esta bitácora comandada por Policronio, habrán comprobado el especial interés que este comentarista viene mostrando por el mantenimiento de la Unidad del Archivo de la Guerra Civil ubicado en Salamanca. Algunos miserables que se escudan en la ignominia y la sinvergonzonería, para acusarnos de “agitar” a las nobles gentes castellano-leonesas por “unos cuantos papeles”, son incapaces de reconocer que, si, como dicen ellos, se trata de unos papeles irrelevantes, ¿por qué tiene tanto interés la Generalitat en arrancarlos del archivo?


Evidentemente son muchas otras cosas las que en juego están. Defender la unidad del archivo salmantino, como dicta el sentido común o la Unesco, no es un capricho injustificado, ni mucho menos. Al defender la unidad del archivo, defendemos la unidad de España. A la ministra de Cultura, lerda, iletrada, estulta y paleta, como ella sola, le parecerá impertinente esta relación. Natural. Sentimientos como el patriotismo no pueden caber en el estercolero de sus mugrientas entrañas.

Ayer por la tarde, nos acercamos hasta la bella ciudad charra, convertida en capital de Castilla y León y de España entera. El éxito de la convocatoria fue clamoroso, porque el noble pueblo español está más que harto de la existencia de españoles de segunda y españoles de primera, que precisamente son los que menos quieren a España. La Historia nos marcó terriblemente hace setenta años y, salvo Zapatero, Maragall, Carodetxe y Llamazares, nadie quiere volver a 1936. Por eso, las cosas están muy bien como están, en un archivo, porque esto es cosa ya de investigadores. Tan sólo a los resentidos de ayer y de hoy, se les ocurre reavivar viejas trifulcas reivindicando lo que no es de ellos, sino de todos los españoles. Ha tenido que llegar un traidor de estirpe kerenskiana, un insolvente disolvente, a la Presidencia de la Moncloa, para que, tragándose sus propias palabras (él no tiene palabra) y las de su subordinado bejarano, concediera –bajada de pantalones de por medio- a los que tanto odian a España, un entrañable trozo del Archivo de la Guerra Civil. Guerra que lo fue entre españoles y no, entre la Cataluña “republicana” y España “fascista”, como los amigos del Kerensky monclovita catequizan a los futuros cachorros de la Esquerra.

Hay que decir que el ambiente era genial. Gente sana, con ganas de hacerse oír con contundencia, pero sin estridencias. Entre los políticos más destacados, no faltaron los más queridos por las bases del Partido Popular: Acebes, Aguirre, Mayor Oreja, etc. (Paréntesis: A Gallardón no le vimos). Jesús Caldera, uno de los más guerreros en la recordada manifestación del año 1995 ya no estaba. Ahora participa del Gobierno traidor y entonces no. Ya no interesa formar parte de ninguna ruidosa algarabía, aunque el problema siga siendo el mismo. El que ya no lo es, es él. Banderas nacionales, castellano-leonesas, salmantinas y zamoranas. Pancartas divertidas, como una de Vitigudino, otras en las que Zapatero y Caldera no salían muy bien parados precisamente y una en la que se podía leer “El PSOE nos quita el archivo y se ríe de nosotros” debajo de una gran foto de los procuradores socialistas en las Cortes de Castilla y León. Ningún incidente ni asalto a ninguna sede de ningún partido. En eso se diferencian los manifestantes de ayer de las huestes progresistas y escisionistas.

Los gritos más coreados: “Za-pa-tero, Em-bus-tero”, “El ar-chivo, no se mueve”, “Caldera pelele, no salen los papeles”, “Es-pa-ña, Es-pa-ña”, “Dónde están, no se ven, a Caldera y Zeta-pé”… Dos de los más coreados fueron “Dón-de están, los titi-riteros” (el espíritu jiménezlosantino estaba más que presente), que se volvió a recitar con más fuerza en el manifiesto de Ussía, y, sobre todo, “Lue-go diréis, que somos cinco o séis”, que, conforme los servicios de megafonía iban confirmando que se estaban desbordando todas las previsiones más optimistas, se cantaba con más fuerza, en clara alusión a las 200.000 personas que algunos dijeron que se habían manifestado en Madrid en la manifestación en apoyo a las víctimas del terrorismo, cuando realmente acudieron entre 800.000 y un millón. Al pasar por delante de la unidad móvil de la Cadena COPE, la multitud estalló en aplausos.

Hay que decir que, pese a todo, se nota un maricomplejinismo en los manifestantes bastante preocupante. Será la rectitud del espíritu castellano, la falta de think-tankers o la profunda desactivación en la que vive sumergida la derecha popular española, pero lo cierto es que la manifestación, en determinados aspectos, dejaba bastante que desear. Primero, la organización fue bastante pobre. Un recorrido muy corto alrededor de la abarrotada Plaza Mayor de Salamanca, que no pudo completarse por falta de espacio. Segundo, y a diferencia de los que celebran todos los años sus Aberris Egunas o sus manifestaciones en defensa de los presos, o en contra de la Guerra, los manifestantes estábamos todos excesivamente apelotonados. De haber sido convocada por Batasuna esta manifestación, habría ocupado la provincia de Salamanca entera, dando la sensación de que toda España estaba ayer en la ciudad leonesa. Y por último, la carencia de energía e ingenio en los slogans. Por ejemplo, apenas hubo alusiones a la Esquerra o a Carodetxe o un clásico “España unida, jamás será vencida”, pues es esa unidad nacional la única que puede sustentar la del archivo. Se denotaba una falta de gracia, en general, entre los asistentes que, en cambio, estaban deseando que se iniciara alguna consigna divertida para sumarse a la misma. El que escribe estas líneas así lo hizo en varias ocasiones, algunas con más éxito que otras.

En fin. La Esquerra se ha propuesto trocear nuestro archivo. Se ríe de los españoles, porque manejan como quieren a su marioneta monclovita. El secretario general del partido paramasónico, Joan Puigcercós, se felicita porque la derecha se manifiesta y ya no da golpes de Estado. Nosotros nos felicitamos también porque la Esquerra no de golpes de Estado como los de octubre de 1934, en los que la sangre corrió a raudales. Desde luego, bastante más que en los protagonizados por Primo de Rivera, Sanjurjo o Tejero. Compruébenlo y se sorprenderán. A golpismo, amigo Juanito, no os gana nadie. Bueno, quizás el PSOE, que hasta en el golpe de Tejero tenía sus contactos vía Enrique Mújica.

La reclamación catalanista pronto será secundada por el PNV, el BNG, Coalición Canaria, el CHA o cualquier regionalista del Bierzo, de las Hurdes o de Melilla. La guerra está servida. A ver cómo sale de esta Zetapé. Nosotros ya nos lo imaginamos: haciendo poner a la alfalfabeta Ministra del ramo su cara de cemento armado. Bien armado. “El archivo no se rompe, porque se microfilma” y se queda una copia en Salamanca. ¿Se creerá que, dado que ella es la mandamás cultural, los demás somos imbéciles? ¿O es que, sencillamente es una necia?

En cuanto a la Constitución, España, el Patrimonio, los valores, la dignidad nacional o la Historia común… Ah, pero eso, ¿a quién le importa?

Autor: Smith
Publicado el 12 de junio de 2005

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