lunes, 27 de noviembre de 2017

Desmedida agresión


"Media nación no se resigna a morir". Ésta era la célebre frase de José María Gil Robles, presidente de la CEDA, referida al brutal acoso terrorista, económico y policial al que se estaba sometiendo durante la II República a la España conservadora y contrarrevolucionaria. Me ha venido a la cabeza el aserto de Gil Robles cuando me he enterado de la última noticia que hiere el sentir no sólo de los católicos, sino de quienes todavía tenemos un cierto respeto por el derecho natural y el sentido común. Me refiero, claro está, al anuncio de implantación del aborto libre para las 12 primeras semanas de gestación y de los tres actuales supuestos para el resto del período embrionario. Esta medida, como todo el mundo sabe, obedece a la apremiante necesidad que tiene la sociedad española de reducir la abundante natalidad que amenaza con llenar hasta la bandera los parques y plazas de España.
Todo empezó con un triunfo, el socialista, ganado a bombazo marroquí puro y duro. Gentes inexpertas, sin preparar y que nunca hubieran soñado con gobernar España, se colocaron a las órdenes del inconsciente Talantudo para hacer y deshacer con un solo fin: transformación social y adoctrinamiento. Y ello, ¿por qué? Pues muy sencillo, porque ante la falta de solidez económica del programa socialista, el único camino para identificar los logros del PSOE y mantenerse en el poder no es otro que el laicismo a ultranza. Pero un laicismo visceral, militante, y sobre todo, anticatólico. Raro es el día en el cual no se agrede de forma retadora algún pilar de la sociedad española. Un día es el propagandismo en pro de la eutanasia; otro, la extirpación del derecho de los padres a elegir el tipo de educación; otro se cuestiona la subvención de la organización social más importante de la nación. Y ahora, se presenta ante unos periodistas y con mucha vaselina la intención del Gobierno del Talante de eliminar cualquier traba reaccionaria que impida prescindir a la carta de la vida de los seres humanos más débiles.

Lo más gracioso es que Mr. X y Talantudo, los dos adalides del partido fundado por Pablo Iglesias en los últimos treinta años, encima se sienten molestos porque la Iglesia, representando a la media España agredida (agredida en sus derechos y en sus principios), proteste. Pero así es el talante de los talantudos: agredir al personal, esperar la reacción de los agredidos -ojo, todavía son un 80% los bautizados- y hacerse luego ellos las víctimas. Creo sinceramente que conforme vayan pasando las semanas y los meses y la gente se dé cuenta de la engañifa a la que fue sometido el pueblo español durante las jornadas trágicas de marzo, la intención de voto del Talantudo comenzará a caer en picado -ya lo está haciendo- y entonces ZP no tendrá más remedio que encomendarse a alguno de los santos del por él zaherido mundo católico. Sin la indulgencia de alguno de éstos, perderá seguro las elecciones.

Autor: Smith
Artículo publicado el 29 de septiembre de 2004 

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