domingo, 19 de noviembre de 2017

El rechinar del Tripartito - 2ª Parte: Las secuelas


Apenas habían tenido tiempo de ventilar el tufillo de CiU de las consejerías, cuando Carod inició su excursión turística a las campas de Perpiñán, esa población francesa donde ERC tiene una delegación que el republicano utiliza para guardar el coche y que no se lo rayen mientras acude a sus conciliábulos. Sabemos que el político estaba citado allí, aunque a saber dónde, porque todo apunta a que llegó con los ojos y el raciocinio vendados, puesto que sólo de semejante modo se puede uno reunir a tomar potes de chacolí con los infames del pasamontañas.

Fue un encuentro en el que, sin que lo admitiera a posteriori más que una de las partes, se acordó liberar a Catalunya del peaje etarra, ya que no es España (miremos el mapa), y por lo tanto debe quedar fuera del caritativo amparo y de las acciones liberadoras que la banda terrorista proporciona. Y el a saber dónde, respecto al lugar, se convirtió en un a saber a cambio de qué, en relación con lo pactado. 

Luego fue su vuelta a Barcelona, su mutismo absoluto durante días y días con Maragall (es preferible creerlo así), y su comportamiento como si aquel fin de semana se hubiese limitado a ir al bosque a recoger setas en lugar de confabularse con unos asesinos. Más tarde surgió la filtración interesada a los medios. ¿De quién? No hay ninguna duda: De uno de esos agentes dobles que comparten ERC y CiU. Que ya se sabe, el funcionario gana poco, aunque sea de la Generalitat, y no queda más remedio que practicar el pluriempleo sirviendo a dos amos.

A continuación vino el sonrojo de Zapatero, que como es habitual en el PSOE se enteró por la prensa de lo acontecido y de la solución que Maragall le dio inicialmente al caso Carod, a quien el President suspendió de empleo pero no de sueldo. Algo que no dejó de enfurecer, al menos durante un cuarto de hora, a un candidato socialista que ante la chapuza timorata e interesada de Pascual veía reducir sus expectativas en una treintena de diputados.

Quien todavía no era ZP, puesto que el marketing comenzó más tarde, exigió destituciones con la misma fuerza que en Cataluña se le respondía que el PSC no es el PSOE y que los socialistas catalanes van por libre porque son otro partido. En llamadas vis a vis, no obstante, Maragall le lloraba a Zapatero: "Mira, José Luis, que si largo a este impresentable él me larga a mí, y tú me necesitas para ganar en Madrid, porque aquí en Cataluña, controlando los medios de la Generalitat, dentro de unos meses te saco yo un chorro de escaños. Y tú a gobernar ahí y yo aquí. Que si no lo hacemos ahora ya sabes que Jesús (del Gran Poder) me manda a mí a Roma y a ti a León, o te deja de diputado de a pie otros doce años".

A pesar de que Zapatero era el único que creía que podía ganar, porque Maragall más bien estaba seguro de lo contrario, como aún faltaba algún tiempo para las generales decidieron un "pelillos a la mar" como amnistía política del filoetarra y acordaron que lo mejor para todos era darle a Carod un papel y un lápiz o el crucigrama de La Vanguardia, que ahora es de los de aúpa y encima sale en bilingüe. 

Pero Maragall propone y Carod dispone. Y Carod no es de los que se ve a sí mismo rellenando a diario los mots encreuats de La Vanguardia, que es como él llamaría al crucigrama. De manera que dimió a lo grande, mostrando los estigmas de las manos y la lanzada producida por quienes le desacreditaban a causa de su intento de redimir Catalunya, repitió seis millones de veces, una por cada catalán, las palabras del Rey, hablando se entiende la gente, que para eso él es republicano convicto, y con la cara del más duro basalto acabó multiplicando sus diputados en el Congreso a razón de uno por ocho.

Luego Carod pensó que lo suyo era Catalunya, y que nada de Congreso de los Diputados, que Barcelona está demasiado lejos, vista desde Madrid, y a Maragall hay que marcarlo de cerca. No vaya a ser que tenga algún mal sueño en el que se sienta medio español y por la mala cabeza de Pascual, que ya es President, acabe chafándose la guitarra de su proyecto para Els Països Catalans. De modo que Carod dimitió de diputado en las Cortes, lo que no deja de ser un segundo fraude para sus electores: Dos cargos, dos renuncias. Y ahora, con el magnífico patrimonio que el Estado asigna a sus dos grupos parlamentarios, en Barcelona y en Madrid, Carod tiene tiempo libre para maquinaciones a toda máquina, valga la redundancia.

Y fruto de tan bien pagado tiempo libre, a costa de esa España que para Carod no es simpática y que pretende finiquitar, nos encontramos con:

-Una manifestación en Valencia donde se pide la reforma del Estatuto y la independencia de Los Países Catalanes.

Artículo publicado el 20 de mayo de 2004

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