martes, 28 de noviembre de 2017

El peor Gobierno desde los tiempos de Calomarde


“El peor Gobierno desde los tiempos de Calomarde”. La frase no es nuestra, sino de Jacinto Benavente. Siempre me gustó; además de ingeniosa, reflejaba perfectamente la inutilidad de todo un Gobierno, el de Casares Quiroga, el verdadero Kerensky de España que arrastró al país a la más horrorosa de sus tragedias. Naturalmente, Jacinto Benavente tenía toda la razón. Era, el de Casares, el peor de los Gobiernos que España había tenido en mucho tiempo. Ningún otro Gobierno había llevado a la situación de paroxismo por la que atravesaba España en la primavera de 1936.

Pero a nosotros tampoco nos falta la razón si afirmamos que, el de Kerensky II, es el peor Gobierno desde los tiempos de Calomarde. Jacinto Benavente tenía razón, pero nosotros también. Con ser malos muchos de los gabinetes que ha soportado este país, como el de Talantitos no hay ninguno tan rematadamente malo; malísimo… vamos, el peor de los gobiernos imaginables, superando incluso al de Kerensky I.

Abstrayéndonos de las políticas sectarias y demagógicas (anticlericales, modernistas y de cara a la galería) del Rey del Talante, así como de las tendencias ideológicas socialistas del actual Gobierno, convendrán con nosotros los lectores de Batiburrrillo que el currículo profesional y ¡ojo! el político, de nuestro Jefe del Gobierno no son precisamente los más brillantes de entre los 42 millones de compatriotas. Y esto, de entrada, ya es importante, porque si para dirigir una empresa mediana en España se exigen dos carreras, tres masters, cuatro idiomas y doscientos cursos, ¿qué habría que pedir al director de la Empresa más importante de la nación?

Luego vienen los vicepresidentes: una Sra, Fernández de la Vega, auténtica jacobina que se, por lo menos, se ha desprendido ya de su sarampión comunista de otras épocas; y el señor Solbes, personaje al que Rato le ganó para siempre una fama de prestigio inmerecida y que, hasta la fecha, con datos sobre la mano, no ha demostrado que la cosa fuera para tanto ni mucho menos. ¿Y Caldera? ¿Qué decir del rey del típex, al que apenas se le podía tomar en serio ninguna de sus bufonadas cuando estaba en la oposición? Caldera andaba muy suelto con los de CQC y El Informal, pero no es precisamente un personaje que reúna los requisitos mínimos de seriedad y temple gubernamental.

Podemos seguir así con cada uno de nuestros ministros, pero baste recordar lo mal preparada que están las “Ministras de la Cuota”. La verdad es que no han nacido para modelos, como demostraron en la revista “burguesa” Vogue, pero tampoco para ejercer la titularidad de un Ministerio. Alguna, de verdad, como la Sra. Trujillo, a la sazón ministra de Vivienda, no sabe ni por dónde le da el aire. Creo que no estuvo más que unas semanas al frente de alguna consejería en Extremadura y se comenta que no sabía entonces ni lo que era una depuradora. ¡Pobre vivienda! Ya hemos visto cómo ha “detenido” los precios de los pisos… Cristina Narbona, la pobre, no sabe salir del atolladero en el que el PRISOE le ha metido con lo de las desalinizadoras. Luego, habla otra de la cuota, la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, sobre la política penitenciaria en relación con el terrorismo islámico, y parece que hemos vuelto al 711. Porque aquí, las secretarías y direcciones generales tampoco se libran, de verdad.

Nuestro amigo Curro Desatinos sintetiza bastante bien el nivel del Gobierno. Un Gobierno para reírse… por no llorar; un desastre con los globos sonda y sus constantes rectificaciones; un Gobierno compuesto por unos gestores mediocres y sin preparación; un gobierno demasiado ideologizado y poco práctico; un Gobierno mandado por un culiparlante de escasito, pero que muy escasito fuste. En fin, un Gobierno, el de Zapatero, el peor desde los tiempos de Calomarde. Creo que, salvo algún gabinete de la UCD, pocos podrían asemejarse en falta de preparación política y profesional al actual Gobierno de España. Así que, queridos amigos: ¡que Dios nos ampare!

Autor: Smith
Artículo publicado el 20 de octubre de 2004

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