sábado, 26 de mayo de 2018

Más sobre la dimisión de Acebes

Ángel Acebes: Para ser un gran ministro no basta con ser una buena persona, hace falta carácter.

Ayer pedí la dimisión de Acebes por su incompetencia a la hora de seleccionar a sus subordinados en el ministerio del Interior y, sobre todo, por su nula eficacia al controlarles en un escenario terrorista donde cada uno debió dar lo mejor de sí mismo, en lugar de adoptar posiciones muy poco astutas, casi apáticas, y en cualquier caso alejadas del verdadero profesional que se halla ante una situación límite. Por tal motivo, y por vergüenza torera tras la masacre del 11-M, ahora que se ha hecho público que no mentía pero que su gente no dio la talla y de ese modo fue engañado, creo que Acebes debe dejar la vida pública. 


Si se extrapola la dejadez y el candor de los subordinados con los que Acebes contaba en el 11-M, fruto de una labor fiscalizadora bastante deficiente del ex ministro, quizá como consecuencia de su carácter excesivamente confiado o llevadero, no hay porqué creerse que ahora sea distinto y que este hombre mantenga la “tensión” adecuada dentro de las filas populares.

Es más, si el Partido Popular fuese una formación de a “perragorda”, de esas que apenas importan porque no cuentan para la gobernabilidad del Estado, ni me molestaría en comentar el tema. Pero es que hablamos nada menos que del PP, que en mi opinión, por muy exagerada que parezca, representa hoy casi en solitario a esa media España decente y patriótica que aún puede parar, de echarle imaginación y nervio, las atrocidades del sinvergüenza que nos manda.  

Reconozco que el tema es polémico, porque hay quien dice que Acebes no lo haría tan mal cuando arrinconó a la ETA. Es cierto, pero usando un símil  automovilístico digamos que un vehículo con la puesta a punto adecuada debe funcionar igual de bien a 80 que a 120. Y por lo que se ve, el ministerio que presidía Acebes no fue capaz de pasar del ralentí en el tema de las tramas negras de su departamento y en el control de los activistas islámicos, hasta el punto de permitir que los primeros usaran a los segundos para que unos terceros, los más desahogados, ganasen las elecciones. Es como para pensar que la ETA se dejó amilanar a propósito durante uno o dos años e hizo como que se retiraba a sus cuarteles de invierno porque no desconocía que iba a abrirse otro frente de lucha.

¿Qué significa todo esto? Que ante las dos grandes convocatorias electorales próximas, ambas decisivas para la continuidad de la democracia y la libertad en España, Acebes es, a mi juicio, un hombre poco apto para coordinar vigorosamente el partido, motivar lo suficiente a la militancia y animar a esos miles de cargos que deben involucrarse en cada uno de los municipios. Emulando al clásico, ¡qué gran partido sería si tuviese un buen señor!

Sí, ya sé que por encima está Rajoy, pero el día a día y la brega con los militantes es cosa de Acebes. Rajoy no puede multiplicarse por treinta y atender a cada una de las cuestiones menores. Para los asuntos internos del partido debe confiar en su Secretario General, del mismo modo que existen otras secretarías para las diversas áreas políticas. Creo que fue un clásico italiano quien afirmo lo siguiente: “Hasta la supervivencia de una banda de ladrones necesita de la confianza recíproca”. Bien, pues esa “banda” no puede permitirse el lujo de contar con un tipo rutinario y bonachón para que organice las actividades. Cuanto menos si enfrente se tiene a un grupo de mafiosos alentados por un terrorista verbal que atiende al nombre de Pepiño y no cesa de regodearse en sus propias falsedades, con la complicidad delictuosa de Polanco.  

Quizá Acebes fuese un buen jefe de negociado, pero ni fue un buen ministro ni creo que sea un buen secretario general del PP. Carácter obliga. Eso sí, creo a pies juntillas que es una gran persona, incapaz de hacerle daño a nadie, al menos conscientemente. Ahora bien, como lo fácil es la crítica sin aportar soluciones, ahí va mi solución: Rajoy debe sustituir a Acebes por Pío García-Escudero, el actual portavoz del partido en el Senado. Rajoy aún está a tiempo de que alguien idóneo aliente a la militancia y, ante los medios informativos, comience a declarar frases distintas a: ¡Por favor, no me pegue más! 

Autor: Policronio
Publicado el 12 de abril de 2007

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