viernes, 25 de mayo de 2018

Antonio Gala: el ademán posado

Antonio Gala.

Es la sensibilidad y el estilo. Aunque mejor lo dejo en cursilada y pose, explotando hasta el insulto la imagen del homosexual refinado, que tantos y tan buenos réditos le ha reportado. Son los tiempos de amnesia del derecho natural y Zerolos transformados en Ley Orgánica, los que han reportado a hombres como Gala su inmerecida popularidad. En distancias cortas se la juega y seguro que sus respetables amigos tienen un par de buenas razones para acudir a su llamada, pero desde la silla del faro moral, hay que separar trigo y paja, y últimamente la mezcla va sobrada de la última.


A casos como este ya estamos acostumbrados. Un futbolista medio que escribe un libro sobre un tema del que no tiene ni idea, se apoya en su mando social para darle difusión y publicidad, y al final, la estantería que tendría que ocupar unas páginas que aporten a la sociedad un rayo de luz, se ocupa con una encendida defensa del asesino de veinticinco españoles. Al fin y al cabo es una prevaricación de la cultura, una estafa literaria que nos da no gato por liebre, sino zafiedad por belleza.

El escritor cordobés, si bien nacido en la provincia de Ciudad Real, ha publicado El pedestal de las estatuas, donde hace un intento de aproximación a la Historia de España entre los Reyes Católicos y Felipe II. A la llamada de la presentación del libro han acudido Hugh Thomas y María Teresa Campos, para bendecir las paladas de estiércol que Gala echa sobre nuestra común historia. Intenta hacer un ensayo del anti mito y le sale una secuencia de insultos. Y la raíz, no es servir a la historia, ni ser objetivo, ni beneficiar siquiera una tendencia; es plasmar sus resentimientos viscerales, sus traumas incompletos, o sabe Dios qué; en un obra literaria que pasará por los canales de distribución con el marchamo de ilustre por la pluma de su autor. Hay poca diferencia entre arremeter contra el hijo de la gran puta de Felipe II (sic) e ir a mearse al Escorial sobre el Panteón de Reyes. De hecho, es más sano lo segundo.

El diario El Mundo tiene un brillante columnista que se comporta como un hooligan cuando vuelca sobre la cuartilla todos sus asuntos pendientes. Ni el Papa ni Isabel La Católica son culpables del destino de nadie y los muertos tienen derecho al descanso. Sépalo, señor Gala.

Autor: Gonzalo J. Moreno (Firmas invitadas)
Publicado el 30 de marzo de 2007

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