martes, 9 de octubre de 2018

El Islam y XIII (revisado)


2. Chiítas, el término procede de shiat Ali: “Los partidarios de Alí”. Disponen también de su propio libro recopilatorio de los hechos del Profeta, en este caso denominado Ajbar (el libro), pero a efectos religiosos sólo usan el Corán, que también definen como eterno, al que paradójicamente le han añadido un sura complementario que glorifica a Alí y lo convierte en el único sucesor legítimo de Mahoma. Los chiítas consideran que el Hadit sunnita no es aceptable para complementar al Corán, sino que en los puntos dudosos del libro sagrado es imprescindible la opinión del imán o guía espiritual, cuyo cargo sólo puede ejercerlo en cada momento el mejor de los musulmanes descendiente de Alí. De ahí la gran importancia de los imanes en Irán, por ejemplo.


Los chiítas o aliítas, como también se les podría denominar, en sus orígenes procedían del pueblo llano o de elementos no árabes de territorios conquistados, no olvidemos que Alí trasladó la capital del Imperio a Kufa (Iraq). Hoy son una minoría muy significativa que comprende todo Irán, buena parte de Iraq, Azerbaiyán y un tercio de Afganistán. Representan alrededor de un 10% de los musulmanes. Los chiítas, como a efectos de descendencia sólo reconocen la rama de Alí, primo y yerno del Profeta, se mantienen pendientes de que algún día reaparezca lo que ellos llaman el imán oculto, que será una especie de Mesías infalible, de reconocida virtud y piedad absoluta, que reiniciará esa dinastía del Profeta que nunca debió perderse.

3. Jariyíes, significa “los que se van o abandonan” y hace referencia a su separación de la facción alida, puesto que inicialmente secundaron a Alí como fundador de un nuevo califato. Hoy en día es una secta que se diferencia de las dos ramas principales al proponer que cualquiera, incluso un esclavo, pueda llegar a convertirse en califa legítimo, siempre que éste sea elegido con total libertad por la comunidad musulmana.

Dicho así, da la impresión de que los jariyíes sean un grupo extrañamente democrático dentro del islam, pero si consideramos que son en extremo puritanos e idealistas y aplican la literalidad del Corán, el jariyismo no es más que una secta ultra ortodoxa, extendida por el norte de África y Omán, que cuenta con unos 500 mil partidarios y que ha influido notablemente en el más dañino de los movimientos musulmanes: el wahabismo saudita, mano negra de la inmensa mayoría de los atentados terroristas.

Sería interesante aclarar que los wahabíes, cuyo nombre procede de Muhammad ibn Abd al-Wahhab, reformador fundamentalista del siglo XVIII, controlan hoy el poder en Arabia Saudita y allí constituyen la religión oficial, caracterizada por la aplicación estricta de la Sharia o ley islámica y el rechazo a toda innovación. 

Las preguntas que concluyen esta serie serían: ¿No se equivocó el presidente Bush al elegir Iraq como destino de su segunda réplica al 11-S? ¿No hubiese obrado con más acierto atacando directamente el corazón del wahabismo, cáncer del islam y de la libertad entre los seres humanos? ¿No se está confundiendo gravemente el actual presidente norteamericano, que rinde pleitesía al déspota saudita y trata ingenuamente de contemporizar con una ideología perversa y belicosa que ha mostrado innumerables veces su incapacidad para contentarse y coexistir con sus semejantes?

Autor: Policronio
Publicado el 18 de junio de 2009

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