domingo, 9 de septiembre de 2018

El niño del braguetazo bicolor, de Presidente USA (II)


Yo no he criticado a Obama por ser hijo de braguetazo, que lo es. Y decirlo no supone una crítica a su persona, es la pura realidad. Comprendo que para las mentes sensibles, o novísimos elementos de presión social, hubiera quedado de cine decir que Obama “Es la resultante  de la convergencia de un punto incardinado en el vector social dominante y de un punto incardinado en el vector social dominado”, que manda huevos. 


En mi pueblo eso se llama braguetazo, con gran concisión y acierto. Y se produce, invariablemente, cuando una señorita de la burguesía entiende que no quiere aburrirse de por vida con un par y busca emociones fuertes fuera del redil. 

En la inmensa mayoría de los casos, la cosa suele acabar con la señorita o ya señora volviendo al redil. Como la madre de Obama. Y en el resto, con honrosas excepciones, con el antiguo punto del vector social dominado, ya en plan triunfador, buscándole la gracia a una chica de veinte años. Es lo que hay.

Y créanme, queridos lectores, que me importa un pimiento

Es por ello, que líbreme el cielo de criticar a nadie por ser hijo de quién sea. Como también haría muy bien en librarme el cielo de aquel que se avergüenza de su padre. Y de paso, declara heredero de aquel a los demás, simplemente, para justificar un dispendio con dinero público, que sí es de alguien, del contribuyente para más señas, en arreglarse el pisito: Bermejo, hijo de falangista, heredero del franquismo, en toda la extensión de la palabra, que se ha pasado su vida en colores, tachando de fascista, heredero del franquismo y otras lindezas, a quienes no le bailan el agua. Y por ahí no paso.

Por no hablar de Z, otro que tal baila en lo tocante a antecedentes familiares, que si fuera por sus méritos profesionales, ni de coña se va en avión privado a Londres, a apuntar a sus hijas a clases de inglés y de paso se da una vueltecita por los famosos grandes almacenes, por ver de comprarse unas zapatillitas de marca. No se lo que cuesta ir en avión privado a Londres, pero sí sé lo que me cuesta un mes de hijas en Inglaterra, con asistencia a clases de inglés. Y les puedo asegurar que ello no podría pagarlo Z, si fuera por sus méritos.

Digo esto a propósito de un comentario de “Pilar” en esta entrada de mi compañero y amigo Policronio, referida a Álvarez Cascos, con Obama y el que suscribe de por medio.

Porque en cuestiones de moral, responsabilidad y buen gobierno, digo lo que mi padre: “el que no valga para guarro que lo capen”.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 20 de noviembre de 2008

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