domingo, 19 de agosto de 2018

Quien no valga para guarro que lo capen

Padre e hijo.

No, esta frase no la dijo ningún franquista, ni siquiera un nostálgico del franquismo, se la dijo mi padre a mi madre, refiriéndose al que suscribe.

Tendría diecinueve años, unas ganas de cachondeo que ni les cuento y algo menos de cuatro dedos de frente, cosa que, por otra parte, te puedes permitir a esa edad y no a otras venideras. El caso es que había quedado con mi padre en levantarme a las siete de la mañana para ir a por leña para alimentar la "gloria", sistema de calefacción muy usado en el norte de Castilla y que nosotros teníamos en casa. Con Jimmy Carter hacía mucho frío, no como con Bush.


El caso es que la noche anterior a la cita leñera, viernes a sábado, la pasé como la pasé, y no mirando las estrellas precisamente, acostándome a "menos cuarto", que era lo que le decía a mi madre, cuando era consciente de que hablar de horas en punto podría provocar más de un inconveniente.

De modo que justo a las seis de la mañana me llama mi padre, diciéndome que se hace tarde y yo le digo que tengo mucho sueño y que habíamos quedado a las siete. Ya, pero necesitarás, por lo menos, una hora para espabilarte.

Como no podía ser menos, mi madre, que estaba pendiente del bienestar de la prole elevó la oportuna protesta en nombre de su amado hijito: pobrecito, que está muy cansado, que ha venido muy tarde, si no se hace hoy se hace mañana. O sea, lo que decían las madres en desafío a la autoridad paterna, y hoy dicen en conjunto padres y madres en desafío de la autoridad profesoral. "Los desafíos ni se crean ni se destruyen, sólo se transforman". (Esta frase es para "siracursi", que andan muy necesitados).

Y mi señor padre, tan señor como padre, le soltó la frase: "Quien no valga para guarro que lo capen". Y luego tomando un café en la cocina: "Por mi puedes estar haciendo el pino hasta las seis de la mañana y otras cosas que me callo pero que me imagino, porque yo también las he hecho, pero hay que calentar la casa. Y que sepas, que cuanto más tarde llegues, más temprano te voy a llamar".

Ese es mi padre. Jamás se para en consideraciones morales, para eso está mi madre o los curas, como gusta decir. Lo suyo es la disciplina y la responsabilidad, de eso sabe un rato y por ello le estaré eternamente agradecido.

Va por él.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 13 de mayo de 2008

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