sábado, 8 de septiembre de 2018

El niño del braguetazo bicolor, de Presidente USA


No sé por qué oscura y extraña razón, a ciertas señoritas bien, progres domésticas, les da por casarse con el más golfo, con el más pobre o con el más vago, o las tres cosas a la vez, con tal de molestar a la familia, que ha tenido la osadía de ser rica y de procurarle “la mejor educación a la niña”. Y si el tal es negro, la cosa va de “no va más”.


Normalmente, los efectos colaterales de boda tan desigual se ciñen a ciertos roces familiares, a cuenta, casi siempre, de ciertos comentarios groseros e impertinentes de la parte rica de la familia, acompañados de ciertos brotes de resentimiento comprensible del paralelo pobre. Y no suele pasar de ahí. Incluso, en el caso de los Alba, parece que el cura Aguirre le dio lustre al linaje.

Lo malo es, cuando el braguetazo tiene consecuencias en forma niño y al sujeto le da por ser Presidente de los Estados Unidos. Entonces la cosa puede ser grave. Y si el niño tiene “buenos sentimientos”, la cosa puede tornar en catastrófica.

Ignoro si el tal Obama es un radical, un enfermo de relativismo, un islamista radical, disfrazado de luterkingniano, o un negativo de Zapatero, antes de su revelado. 

Lo que sí me consta, es que es hijo de un braguetazo mal asimilado y peor disimulado y ello puede tener terribles consecuencias. Al tiempo. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 4 de noviembre de 2008

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