Vasallo ante el señor feudal. |
Luis Roldán fue el primer civil al frente del Benemérito Cuerpo; y bien que lo llevaban a gala los socialistas de entonces que tampoco fueron capaces de transformar la institución en un simple cuerpo policial, manteniendo su carácter militar que tan pingües beneficios reportaba a cierta oficialidad, como así denunciaban un día sí y otro también las primigenias organizaciones profesionales de guardias civiles. Léanse el reglamento disciplinario de la Guardia Civil y ríanse del KGB.
El ínclito director general robó mucho, a manos llenas, llegando a malversar fondos del patrimonio de los huérfanos del cuerpo, lo que contribuyó decisivamente a su descrédito entre la población, mucho más comprensiva con los asesinatos del GAL, por otra parte, que con el atropello de los pobres huérfanos.
Luis Roldán fue defenestrado, expulsado del partido, denostado por los suyos y por los otros y rocambolescamente traído a España. Creo que aún cumple pena de prisión, aunque sea en tercer grado, como todavía estaría cumpliendo la misma pena Don Mariano Rubio, el tío que firmaba los billetes del Banco de España, si no fuera porque se murió a destiempo.
Otros socialistas robaron tanto como ellos, o más, me ahorro la lista interminable de cargos por no aburrir al amable lector, y fueron arropados y mimados por el partido, que achacaban su desgracia a la coyunda, no literal, creo, entre un banquero advenedizo, Mario Conde, y el jefe del Sindicato del Crimen, Pedro J. Ramírez, quien te ha visto y quién te ve, “José Manué” y que si al final fueron condenados, siempre fue por la labor impagable de ciertos jueces, presionados hasta la crueldad, engordando, de paso, la cuenta de resultados de los más prestigiosos despachos de abogados destepaís, con cargo a no sabemos qué fondo de reptiles.
El amable y joven lector se preguntará por la razón de la diferencia de trato que recibieron unos y otros por parte de sus conmilitones y dirigentes. Muy sencilla: los primeros rompieron la relación de vasallaje que les unía con el partido, los segundos, no. Los primeros no fueron fieles al partido, los segundos sí. Éstos daban el diezmo de su latrocinio al partido, los primeros se lo gastaban en putas y trajes caros.
Y ello nos permite afirmar que no es la legalidad el vínculo que relaciona a los militantes socialistas con la dirigencia, es el puro vasallaje: tú cumples con el partido y éste te proporcionará protección ante cualquier circunstancia.
Como es la pura relación de vasallaje, que no el mérito, lo que ha permitido el ascenso al cielo laico a la tontivaina de Bibiana Aido, cuyos únicos méritos conocidos son, por este orden, haber nacido en el seno de una familia socialista de bien y haber puesto el careto y la firma a los atropellos que a bien ha tenido perpetrar el Eterno Adolescente contra la sociedad española.
O sea, todo muy chachi y democrático. Tanto como lo que refleja la estupenda serie, de obligada lectura, que nos viene ofreciendo Don Rafael Guerra, en su estupenda serie sobre el Frente Popular.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 4 de agosto de 2011
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