En política suele valer todo y si es en la española, hasta la mentira. Y ya no digamos en la específica de Cataluña, donde sólo la mentira, el camelo, el disimulo y la ocultación permiten sobrevivir en esa ciénaga, aquietada por unos medios de comunicación, cuyo entreguismo al poder circunstancial no lo gozó ni el General Franco, Caudillo de España, por la Gracia de Dios.
Lo que no vale es el ridículo y el señor Laporta hace tal cuando su actividad política ataca de raíz los intereses del F.C. Barcelona, del que es presidente, el cual necesita, para sobrevivir, participar en la liga española y en las competiciones oficiales europeas. Único modo de conseguir fondos para pagar la cuantiosa nómina de los jugadores de su primera plantilla y mantener, como hasta ahora, su deslumbrante cantera de jugadores.
A no ser que piense y esté seguro de que a la cabeza del ejecutivo español siempre estará un inane, pusilánime y traidor como el Sr. Rodríguez y, en consecuencia, que la consecución por parte de Cataluña de un estado propio, en medio de una guerra civil, no impedirá la participación del club en esas competiciones.
Porque si descartamos ab initio esa desgraciada posibilidad y si obviamos el caso excepcional de las federaciones británicas de fútbol, que posibilita la supervivencia de cuatro ligas “nacionales” y además la participación de esos equipos en las competiciones internacionales, cosa que no ocurre en los juegos olímpicos, el F.C. Barcelona desaparecerá sin remedio.
Por mí el señor Laporta puede dedicarse a lo que quiera, me la reflanflinfla enormemente, como igual me la reflanflinfla la actitud de los empresarios catalanes que firman manifiestos a favor de la independencia de Cataluña. Lo jodido es lo que les viene después, que vendrá.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 13 de diciembre de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.