jueves, 9 de agosto de 2018

La ley y la banda de los zapaterinos

Alegoría de la Justicia

Llevaba unos días en los que me apetecía escribir con algo de cachondeo, como hice ayer mismo en el artículo “El agua de Almería se tirará al mar en Badalona”, si bien de vez en cuando me da por la reflexión (ustedes disculpen) y busco alguna profundidad que llevar al texto, como por ejemplo en este artículo “El tótem del caos”, donde se argumenta que con ser muy importante la economía, no debería considerarse el tema de fondo de los graves problemas que afectan a España. Hay algo mucho más decisivo a la hora de enjuiciar la caótica situación que los españoles vivimos, como es el hecho incontestable de que hace varios años que la ley en absoluto es igual para todos.


Sí, a mi juicio la clave de todo lo que está sucediendo se corresponde con la voluntad de la izquierda y el separatismo en no respetar las leyes que no les convienen e incluso legislar, siempre que les sea posible, conculcando normas de superior rango, como podría ser el nuevo estatuto de Cataluña, entre otras muchas. A ese propósito, ayer mismo se dieron dos noticias que ejemplifican a la perfección cómo es entendida la aplicación de la Ley por la banda de los zapaterinos. Y que conste que los llamo así, banda, porque el socialismo europeo contemporáneo es algo muy distinto a la hora del respeto a las leyes básicas. Veamos los ejemplos:

Según El Confidencial, “El Gobierno blindó al TC antes de la sentencia de los ‘Albertos’ para evitar que el Supremo recurra sus resoluciones”. “Y es que el Gobierno propició el año pasado —añade el digital— una reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional que cierra todas las vías a un posible recurso. En concreto, el artículo cuarto en su párrafo segundo establece que ‘las resoluciones del Tribunal Constitucional no podrán ser enjuiciadas por ningún órgano jurisdiccional del Estado’. Es más, por si no hubiera ninguna duda, en este mismo artículo se deja claro que ‘en ningún caso se podrá promover cuestión de jurisdicción o competencia al Tribunal Constitucional’. 

Ahora se comprende, a partir de las sentencias de un TC con revestimiento y relleno de tribunal político al servicio del poder, la pataleta que los zapaterinos montaron cuando se cuestionó la prórroga de María Emilia Casas como presidenta del alto organismo, intento de prórroga, por cierto aún pendiente del propio TC, que supuso otra de las arbitrariedades legislativas que la banda y sus cómplices perpetraron en la misma tacada para asegurarse que sus peculiares leyes pasasen todos los filtros. 

La segunda noticia corre a cargo de <em>Libertad Digital</em>, y su titular dice así: “Los vocales progresistas impiden que el CGPJ tome medidas ante el incumplimiento de la ley de banderas”. Lo primero que se me ocurre es darle un tirón de orejas al redactor del titular, ya que debió entrecomillar la palabra progresistas o bien precederla de esta otra: “sedicentes”. Si el titular se deja tal cual, se está admitiendo que un grupo de radicales, influidos por PSOE, IU y CiU, representan el progreso. ¿Qué clase de progreso hay en no cumplir la ley o darle largas? Como ha sido el caso. ¿Alguno desconoce que sin unas normas mínimas de convivencia volveríamos a la ley de la selva?

La forma que han tenido los falsarios progresistas —según cuenta LD— para impedir que el CGPJ adopte una serie de medidas respecto al incumplimiento de la ley de banderas y símbolos del Estado, que a su vez representa la más pura dejación para esos jueces “progres”, ha sido bien simple: Han abandonado el Consejo, lo que dejó un pleno constituido por 11 miembros cuando hacen falta 14 para que haya quórum. Eso sí, los interesados en la informalidad de la ley habían pedido antes que se retirara ese asunto del orden del día, y alegaron para ello la inconveniencia de la resolución en vísperas de unas elecciones generales. Está claro, ¿no? Para los de la banda zapaterina todo debe supeditarse a los intereses electorales, especialmente el (in)cumplimiento de la ley. ¿Y luego se dicen progresistas y demócratas? ¡Ni hartos de vino es posible creerles!

Autor: Policronio
Publicado el 28 de febrero de 2008

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