jueves, 9 de agosto de 2018

Políticamente incorrecto, muy incorrecto


La ideología transversal y dominante que expresa el radicalismo feminista es el principal obstáculo para abordar con un poco de seriedad la inadmisible situación que constituye el goteo de asesinatos de mujeres a manos de sus compañeros, esposos, cuasicompañeros, cuasiesposos y excompañeros, exesposos. Esa ideología perversa, malencarada, castrante y totalitaria, impedimento principal del discernimiento sobre las diversas causas que llevan a un hombre a matar a una mujer está provocando que cuanto más atención prestemos al problema más lejana veamos la solución. A las pruebas me remito:


Tanto es así, que el empeño de las “camioneras”, con fuerza de Ley, que se permiten hacer chistes a cuento del cuasicerebro del hombre y sus perennes ganas de follar, mientras ven el partidito de fúrbol, y otras tontunas de parecido jaez, hacen baldío cualquier esfuerzo de política criminal, razonable y realista, que se precie.

Violencia de género. Eso no es una gilipollez, es la gilipollez absoluta. La primera vez que oí el engendro me pareció que la imbécil que lo profería, creo que era una directora general de no se que instituto de la mujer, se refería al reparto de hostias con que el tergal se entretenía en un almacén de nylon. Coño, que es verdad.

Luego lo disfrazan con el machismo latente. Y un huevo. Las feministas radicales, perversas, malencaradas, castrantes y totalitarias saben que en nuestra sociedad quedan tantos machistas de condición asesina como fascistas: Pocos o muy pocos. En una hectárea podrían organizar diez partidos de fútbol-siete sin estorbarse. Eso sí, los poquitos que hay, de momento, provienen de los ámbitos alianziatorios de civilizaciones tan caros al Imbécil Supremo, y conviene esconderlo, no vaya a molestarse el justiciero mohamadiano de las mujeres vogue de la vogue, cienmileuristas o más, que a tanto alcanza la condición de la progre camionera marimandona y de posibles. 

¿Y qué es lo que hay? Lo que hay es una legislación de familia intrínsecamente violenta, invitadora a la irresponsabilidad y regocijo de infantes y adolescentes, como infantil y adolescente es la ciénaga donde pretenden introducirnos esta pandilla de “estadistas” de tres al cuarto, con tres cuartos de hora de estudio cada uno por cada cien mil y otra de reflexión por cada quinientas mil.  

A lo que vamos. Dejamos de lado los asesinatos por celos, que ni cien mil leyes represoras del asesinato de esposos podrá combatir. Que son los menos, por cierto. Y aquéllos que obedecen a otras causas, por ejemplo: la pura codicia. Que también los hay. Es decir, dejamos de lado, aunque les joda a las “camioneras”, los ocasionados por, digamos, causas “naturales”, o causados por los pecados capitales, y nos centramos en lo que se puede evitar desde la legislación, o sea, desde el convenio y que afecta o viene afectado a/por causas artificiales.

Nos contempla una pareja. De dos y heterosexuales y con un ángulo de cejas digamos… normal. Veinte años casados, o sea, más que superando los cuarenta. Unos cuatro mil euros mensuales de ingresos, entre los dos. Dos mil trescientos él y mil setecientos ella, diecisiete años de gobierno socialista y estamos en las mismas. Con el esfuerzo común adquieren una vivienda, gravada con una hipoteca, de la que queda por pagar seis o siete años. Además de un coche de media gama, a base de letras. Tienen dos hijos que a duras penas consiguen educar y meter en vereda. Van a colegios públicos o concertados y con gran esfuerzo les pagan clases particulares esporádicas de apoyo. En buenos tiempos los chicos van a academias de inglés y uno de ellos aprende karate en el gimnasio del barrio. 

El esposo, acorde con los tiempos, hace lo que puede y sabe, que ya es mucho y bueno, en lo que concierne a las tareas del hogar. Influido por las series de televisión anglosajonas se implica cada vez más en la educación y buen rollito con los hijos. No se pierde una sesión de karate del niño y asiste con devoción a los partiditos del otro. Hace sus pinitos en la cocina de fin de semana, la aspiradora es un juego de niños para él, incluso se hace maestro en hacer las camas y etc., y plancha como dios, que todo hay que decirlo, y en el colmo de los colmos, acepta que dormir con su mujer se parece bastante a lo que sería dormir con su hermana, incesto excluido ¿Está claro? Todo un hombre dedicado a su trabajo y familia. Como Dios manda. A su mujer se le supone, que es mucho suponer, por supuesto.

¡Crack! Por las razones que sean, de momento no vienen al caso, se separan.  

Y en nombre del Rey (dice el juzgador o juzgadora):

Fallo

Se decreta la separación matrimonial de... y se adoptan las siguientes medidas:

A) Los hijos comunes, menores de edad, permanecerán en compañía de la madre, bajo su guarda y custodia, sin perjuicio de la patria potestad, y sin perjuicio del derecho de visita del padre, que se regula en la siguiente disposición.

B) El padre, a falta de acuerdo entre los cónyuges, disfrutará de la compañía de sus hijos un fin de semana alterno y bla, bla, bla, y durante los períodos vacacionales, desde bla, bla, bla... 

C) En interés de los hijos menores de edad, bajo la guarda y custodia de la madre, se atribuye el uso de la vivienda familiar a la madre e hijos comunes, sin perjuicio de que el esposo y padre deberá contribuir mensualmente al pago de la hipoteca en la cantidad de doscientos cincuenta euros, que deberán ser ingresados y bla, bla...

D) Asimismo, el uso del vehículo automóvil propiedad de los cónyuges se atribuye a la madre con el objeto de facilitar la asistencia de los hijos a las diversas actividades extracurriculares que les atañen y que no convienen que abandonen con motivo de la separación.

E) Se fija una pensión de alimentos con cargo al padre a favor de los hijos en la cuantía de cuatrocientos euros mensuales por cada uno, sin perjuicio de abonar el cincuenta por ciento de los gastos extraordinarios en educación y sanidad u otros análogos, que se devenguen a causa de los hijos.

F) Acreditado en el procedimiento el desequilibrio patrimonial que la separación ha producido en la esposa, se determina a favor de esta una pensión compensatoria de doscientos euros mensuales y bla, bla, bla...

Lo que acabo de escribir es una sentencia tipo de las que dictan nuestros juzgados y tribunales, cuando no están de huelga. Veamos lo que conlleva en el caso en cuestión, en lo que concierne al amante esposo y buen padre.

Habrán adivinado, ustedes son muy inteligentes y sin necesidad de calculadora, que esa sentencia tipo, propiciada por una legislación desquiciada, pone en circulación un nuevo terrorista suicida, del peor tipo. Del tipo del que no tiene nada que perder. Obvio de toda obviedad a la vista de lo que contiene el fallo.

Y por qué digo legislación desquiciada. O práctica jurisprudencial desquiciada, que todo hay que decirlo. Porque nuestra legislación sobre familia, que pretendía ser un remedio para situaciones de violencia y dominio desesperante por parte del varón, se ha convertido con el paso de los tiempos, sin la adecuación acorde con los mismos, en una invitación descarada al despojo del más débil: el buen esposo y padre, arquetipo de lo más despreciable para la casta dominante, constituida por hembras mal encaradas y peor folladas, que pretenden hacer pagar a sus congéneres contemporáneos los desvaríos viciosos de quién sabe qué padre, hermano o tío de los fascistas de verdad, y que nunca se los permitieron las buenas gentes sencillas amantes de la religión y de la verdad natural.  

Una legislación desquiciada, que abandonando exclusiva intención de remedio a situaciones inadmisibles, da cobijo al olvido de lo que constituye una obligación personal y social: el mantenimiento de una situación familiar estable en procura de una sociedad estable. 

Mantenimiento de una situación familiar estable que se fundamenta en el más inestable de los contratos que contempla nuestro Derecho: el Matrimonial. Mis colegas lectores no me dejarán mentir: por cada diez mil contratos matrimoniales que se resuelven se resuelve uno de compraventa.

Apunte final. Esto no es, ni pretende serlo, un tratado de derecho de familia, sino una invitación a la reflexión, necesaria y oportuna ante lo que está en juego. 

Y lo que está en juego, amigos socialistas honrados, a propósito de lo escrito y para quien escribo esto, es que nos podamos mirar a la cara y reconocernos como hombres y mujeres cabales que no tienen más anhelo en la vida que sus hijos crezcan hechos y derechos. Como es de Ley. Y para ello, convendrán conmigo, sobran todas las zetas. He dicho. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 28 de febrero de 2008

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