lunes, 4 de junio de 2018

Contribución a la ‘Memoria Histórica’. La primera represalia de Falange (IV)

José Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma Ramos.

Así llegamos al 10 de junio del mismo año 1934, que es asesinado el falangista Juan Cuellar, de 17 años, que, como Jesús Hernández, también pertenecía a la escuadra 24 de la Primera Línea de Madrid. El asesinato de Cuellar dio lugar, como represalia, el de Juanita Rico, que se había destacado en su ensañamiento con Juan. La muerte de Juanita la he relatado en “Contribución a la Memoria Histórica: Juanita Rico”. Ésta fue la primera represalia, después de tanto asesinato impune como hemos relacionado. De cómo se gestó, relato el resumen de la información que recibí: 


Desde luego que en Falange se conocían perfectamente los movimientos de los batallones de chíbiris (juventudes socialistas), entre ellos aquel al que pertenecía Juanita. Tengo la casi absoluta certeza de que fueron cuatro, no dos, los falangistas que a iniciativa propia o siguiendo instrucciones de sus jefes, estaban observando las maniobras del batallón de Juanita Rico en el Pardo. Creo poder asegurar que no hubo encuentro entre chíbiris y falangistas que fuera ocasionado por cánticos de los respectivos matices como, incluso en textos falangistas, se asegura. Juan y sus compañeros buen cuidado tuvieron de no manifestarse ante los socialistas, que eran varios cientos y ellos solo cuatro. Su misión era similar a la que, posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, fue denominada como “observador avanzado”: ver sin ser visto, ni actuar. 

Pero reconocido Juan Cuellar por alguno de los chíbiris, fue bestialmente linchado, hasta el extremo de quedar irreconocible, incluso por su propia familia. De los tres falangistas restantes, dos se trasladaron inmediatamente a Madrid y el otro quedó emboscado entre los árboles de El Pardo, en observación. Los que fueron al centro de Falange de Madrid, entonces en un palacete (que todavía existe), en el  número 16 de la calle del Marques del Riscal, esquina con la Castellana, informaron del hecho a los falangistas que allí se encontraban, que no serían muchos pero, probablemente, entre ellos alguno con suficiente prestigio para conseguir, movido por su indignación ante el brutal crimen, arrastrar a parte de los presentes a la represalia, aun sabiendo que con ello desobedecían las ordenes de José Antonio.

Cuando relaté que Juan Cuellar había sufrido mutilaciones, no las describí, pues me repugnaba, pero ahora creo preciso referir aquello de lo que tuve conocimiento: los compañeros de Cuellar informaron que Juanita Rico se había orinado sobre el cuerpo agonizante de Juan y que también le había cortado las partes genitales, introduciéndoselas violentamente en la boca, con la expresión: “Toma fascista, come de lo tuyo”. Lo relato forzado por las circunstancias, pero intenté callarlo. Como decía en mi escrito original, si el informe de la autopsia se conserva, en él estará recogido. Desde luego, quien dude de que crímenes de este estilo se cometieron por parte de elementos del Frente Popular, no tiene más que repasar “La Causa General”, donde aparecen fotos, tomadas por los mismos juzgados de zona roja, de asesinados tras iniciarse la guerra, unos aplastados por adoquines y otros machacados a golpes.

Nada puedo asegurar, con certeza, de como se gestionó la represalia. Tengo la convicción de que José Antonio no tuvo conocimiento de ella hasta que estaba consumada. Hay relatos de reuniones previas, de traslados al lugar del hecho, etc. No lo veo posible, por la principal razón de la falta de tiempo. Era domingo y en el centro solo estaría la escuadra de guardia y algún que otro falangista que habría ido de tertulia. He leído que José Antonio recibió la noticia en su despacho; que se reunió con otros falangistas; que se trasladaron al lugar de los hechos y que, por primera vez, admitió las represalias. Repito: no lo creo. Los hechos sucedieron con una rapidez incompatible con tanto movimiento como algunas fuentes describen que tuvo lugar aquel triste día. Como era usual, por imposición gubernativa, Cuellar fue enterrado en la clandestinidad y Juanita en loor de multitud. 

Cómo tuvo lugar la muerte de Juanita Rico ya lo relaté en la “Contribución a la Memoria Histórica: Muerte de Juanita Rico”, al que remito a quien tenga interés en leerlo. Sí deseo agregar, en relación al hermano de Juanita Rico que quedó cojo, que yo siempre pensé, tal vez una chiquillada, que este joven hizo cuanto pudo por salvar a Cuellar, pero que fue desbordado por la masa y, sobre todo, por el odio de Juanita, odio que no tenia por qué sentir, pero que le había sido inculcado por los políticos de turno. En otro relato, “Contribución a la Memoria Histórica: muerte de Joaquín de Grado”, narro cómo tuvo lugar ésta, dos meses más tarde de que fuera linchado Juan Cuellar. Es fácil suponer que los dos falangistas perseguidos por Joaquín y sus correligionarios, hubieron tenido el mismo fin que Juan Cuellar, si los hubieran alcanzado. 

Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 6 de mayo de 2007

NOTA: Queremos puntualizar que esta serie de artículos del señor Latorre se publica en Batiburrillo porque consideramos que la opinión personal de su autor (no necesariamente compartida por los editores) representa un valioso documento histórico de alguien que, por su avanzada edad, vivió en primera persona cuanto aquí se narra.

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