domingo, 10 de diciembre de 2017

ZP no es inmune


ERC comienza su proyecto para el nuevo estatuto con el siguiente disparate: Constitución para el Estado Libre de Cataluña, pero el propio PSC no se queda muy atrás y nos habla de nación catalana. Y no solo eso, sino que pide para la Generalitat competencias que la Constitución no permite traspasar ni siquiera como cedidas, como pueda ser que la última instancia judicial finalice en Cataluña. Vamos, algo muy semejante a lo de Ibarreche aunque en teoría se esté usando una vía más legal para desarrollar el modelo. Un modelo que quizá formase parte de la oferta que Zapatero le presentó al presidente vasco en esas cuatro horas en las que todo apunta a que pactaron hasta las comas de los siguientes pasos, primero sobre el reciente paripé en el Congreso y luego sobre la posibilidad de esperar a ver qué se consigue en Cataluña. Ambos politicastros necesitan tiempo, el nacionalista para salir del atolladero en el que se ha metido con su Plan, ZP para seguir en la poltrona algunos meses más, que es el único programa que sigue al pie de la letra: ganar tiempo a base de demorar la solución de los problemas. Lo suyo no es talante, es directamente pavor a la pérdida del cargo.


Para conseguir mantenerse mediante la política del ya escampará, Zapatero sólo se propone contentar a Maragall, quien, a su vez, está claro que permanece preso de Carod y su cuadrilla de filibusteros. Entre el President y el socio de la ETA, a cual más insatisfecho con el autonomismo constitucional que ahora tienen, preparan un nuevo estatuto que dejará en mantillas al Plan Ibarreche. Y eso duele. Duele, al menos, para una buena parte del PSOE que ve como el Partit dels Socialistas de Catalunya (PSC), que no pudo crear grupo parlamentario propio pero que no pierde ocasión de diferenciarse del socialismo español, consigue espacios electorales en la campaña del referéndum europeo y deja al PSOE en minoría. No se trata de ataques de cuernos como el que sufrió Rodríguez Ibarra, el socialista extremeño, es algo de mayor calado que ha desatado cierto nerviosismo en las filas de Ferraz por cuanto demuestra que Zapatero no es inmune.

Primero fue el aviso del propio González a las centrifugaciones. Ahora hay ya una serie de reproches a Zapatero, de momento sin nombres, que parten del interior de su propio partido. Entre los diversos comentarios críticos de carácter anónimo, o envuelto en ellos con apariencia de quedar al margen, tenemos a un Bono que no para de hacer populismo patriotero, como si deseara conservar para sí, por si acaso, las simpatías de un alto porcentaje de la militancia. Pero a Bono no le ha salido bien su última marrullería, es evidente que no se mueve ahora con la misma desenvoltura que en el escenario de Castilla-La Mancha, donde controlaba hasta la última brizna de hierba que el viento impulsase. No, Bono ha sido torpe en tres ocasiones demasiado consecutivas: medalla auto concedida, lema militar eliminado en Talarn y ataque fingido en la manifestación a favor de las víctimas. De modo que no le queda más remedio que hacerse olvidar durante un tiempo mientras por lo bajini le socava el prestigio a ZP. Un prestigio, dicho sea de paso, que Zapatero sólo conserva entre los muy adeptos o los muy interesados en el cargo, pero que va perdiendo hora a hora incluso entre los suyos.

Todos saben, de ahí el nerviosismo que comienza a surgir en las filas socialistas, que si Zapatero aprueba el proyecto de estatuto que Maragall-Carod le envíen desde el Parlamento catalán, que incluirá el beneplácito de convergentes y comunistas, puede suponer la mayoría absoluta para Maragall en las siguientes autonómicas y la debacle de ZP y los suyos en el conjunto de España. Luego ¿qué se habrá ganado con este negociar bajo mano entre ZP-Ibarreche, de un lado, y ZP-Maragall-Carod, de otro?: El posible beneficio del nacional-separatismo catalán y nada más. Ah, y que Ibarreche se apunte al modelo maragaliano. Es decir, dos estados garrapatas tibiamente asociados a un resto de España desestabilizada, porque a diferencia de algún hispanista británico cuyo nombre ahora no recuerdo, España no vivirá mejor sin el País Vasco y Cataluña, al menos mientras queden como rémoras y con el mercado cautivo. Otras regiones, quizá comenzando por Andalucía y Galicia, querrán seguir los pasos de las anteriores. Más tarde Canarias y Baleares, y así hasta llegar a Cartagena, que pedirá su cantón asociado. Y todos chupando del bote y mostrándose tan insolidarios como díscolos. 

Sólo hay una solución a tanto desmán y tanta incompetencia, una solución en dos pasos: 1. Que los socialistas comprendan que con Zapatero se van todos a hacer puñetas y le pierdan el respeto, cantándole la caña o echándolo directamente del partido. Y 2. Que los nacional-separatistas adviertan que corren un grave riesgo si siguen por ese camino de reivindicar indefinidamente el todo para mí. Un riesgo en el que podría darse el caso de no ganar nada y perder una parte de lo que ahora poseen. Sí, he dicho perder. Aunque el asunto es lo suficientemente interesante como para desarrollarlo en un próximo artículo.

Publicado el 4 de febrero de 2005 

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