domingo, 17 de diciembre de 2017

Memorias de Alber Speer - Diario de Spandau



Para los que hayan visto la película “El Hundimiento”, que narra los últimos días de Hitler junto a alguno de sus más allegados colaboradores en el búnker de la Cancillería del Reich, el personaje de Albert Speer, arquitecto personal del Fúhrer y posterior ministro de Armamento y Construcción, representa uno de los pocos partidarios del demente genocida que trata de hacerle reflexionar para que se rinda y concluya la hecatombe alemana. La propuesta de Speer, ante un Hitler incluso dispuesto a destruir las infraestructuras para frenar el fin de su régimen, acabará por defraudarle del tirano enloquecido y motivará su huída de un Berlín casi cercado por las tropas rusas. 


Speer, del que se cumple hoy, precisamente, el centenario de su nacimiento (19-3-1905), es uno de los pocos jerarcas del nazismo que parece conservar algún gramo de cordura hasta el “hundimiento” final. En el posterior Juicio de Nurenberg se le condenó a 20 años de prisión por haber utilizado prisioneros de guerra como trabajadores forzados. Fue internado en la prisión de Spandau, donde permaneció hasta 1966. Unos pocos años más tarde (1970) escribió sus “Memorias”, en las que narra el interior del nazismo y la inmensa enajenación colectiva que representó para gran parte del pueblo alemán el hecho de haberse puesto al servicio incondicional de un hombre sin moral y sin escrúpulos: Hitler.

Speer también escribió (1976) lo que pudiéramos considerar la segunda parte de sus memorias: “Diario de Spandau”, donde nos relata en 20 capítulos (uno por año de prisión) acontecimientos retrospectivos de su trayectoria política, además de numerosos detalles del juicio que le condenó, en el que los soviéticos se mostraron implacables, y su posterior estancia en la prisión berlinesa junto a otros condenados como al almirante Dönitz, Rudolf Hess, Schirach o Funk.

Literariamente hablando, ambos libros no son nada del otro mundo; pero desde la óptica del documento histórico, la lectura es más que recomendable, igual que el visionado de la película “El Hundimiento”, para no volver a caer jamás en una etapa histórica donde el aborrecimiento más extremado se extendió por la mayor parte de Europa. Los infortunados judíos, totalmente al margen de cualquier culpa de tanto delirio colectivo, así como otras etnias y millones de enemigos políticos de los fanatizados nazis fueron masacrados para crear una patria de pureza nacionalista. Sepamos aprender, pues, de las etapas de horror del siglo pasado y apliquemos el conocimiento adquirido a condenar sin paliativos cualquier semejanza que, si bien en sus inicios, comienza a darse hoy en España.

Publicado el 19 de marzo de 2005

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