Corea del Norte. Gustarán o no sus directrices en política internacional, pero hay que reconocer que, a diferencia de algún mandatario de cuyo nombre no nos queremos acordar (ah y algún alcalde de cierta localidad madrileña), la secretaria de Estado norteamericana trabaja con bastante empeño.
Corea del Sur lleva amenazada por su hermana del Norte la friolera de cinco décadas -son los "rescoldos" de la Guerra Fría- y los EEUU empiezan a hartarse de que en el otro extremo del Pacífico exista una potencia militar de cierta envergadura amenazando constantemente al resto del planeta con sus armas nucleares. Téngase en cuenta que Corea es un país en el que, por ejemplo, 1) las últimas elecciones tuvieron lugar el 7-9 de abril de 1990; 2) la industria militar es la más importante; y 3) el ejercicio de las religiones no deja de ser muy minoritario y permitido por el Gobierno comunista para ilusionar un poquito a parte de la su decadente -y decaída- sociedad.
Con estos antecedentes, Condoleezza Rice lo tiene claro: Corea del Norte debe dejar de fabricar armas nucleares. Y señores: si ésto no es abogar por la paz en el mundo, aunque ya sabemos que lo más efectivo en este campo son los discursos de nuestro Presidente del Gobierno; si ésto no es luchar por la extensión de las democracias en los rincones del planeta donde más difícil lo tiene la Libertad; si ésto no es contribuir al desarme de potencias superpeligrosas... ¿de qué estamos hablando entonces? Respetando a quienes se dedican a la construcción de nuevas ententes de relieve universal (España, Francia, Alemania, Rusia), aunque luego son los primeros en hablar de unilateralismos, frentismos, etc., realmente, al lado de la ardua labor de Condoleezza, ésto último nos parecen más bien fuegos de artificio
Autor: Smith
Publicado el 19 de marzo de 2005
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