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Nunca se insistirá demasiado en la peligrosísisma etapa que ha abierto José Luis Rodríguez Afrancesado en materia de política internacional. Los constantes desatinos a los que condujo el callejón sin salida larvado entre el atentado terrorista del 11M y la salida de las tropas españolas de Irak, han hecho de España en un año un país totalmente irreconocible allende nuestras fronteras.
Dice y con gran acierto, el editorialista de La Nueva España que el afrancesamiento nunca trajo nada bueno para España. Nadie espere por lo tanto una mejora de ninguno de nuestros índices económicos, ni una mejora de nuestra balanza de pagos, ni un mayor peso en la Europa giscardiana, ni una solución a los problemas que genera un expansionista Marruecos... Nada de nada. Eso sí, todo el folcklore que haga falta en París y Berlín, mucha masonería superficial, talante con ricino para la oposición, frentepopulismo a la iberoamericana, progresismo ilustrado y unas dosis de separatismo con vaselina (federalismo asimétrico) impuesto por la -también- muy afrancesada ERC.
Ya hemos dicho en más de una ocasión que, puestos a ser jacobinos (iconoclastia antifranquista incluída), los socialistas españoles podían haberse quedado con la copia del modelo centralista francés. Algo de ésto y muchas otras cosas interesantes vienen en el editorial citado, que recomendamos muy vivamente su lectura.
Autor: Smith
Publicado el 19 de marzo de 2005
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