Estos días me ha llegado un correo bastante interesante que compara a ZP con una tortuga subida en un poste. Al observar al bicho en semejante posición, la extrañeza mueve a plantear la siguiente pregunta: ¿Cómo pudo llegar hasta ahí? Porque es imposible que haya llegado sola. Además, al verla estás convencido de que ese no es su lugar más adecuado ni va a hacer nada útil en esa posición. Entonces, lo único aconsejable es ayudarla a bajar cuanto antes. Moraleja: ¡En las siguientes elecciones ayuda a bajar la tortuga!
Si llegara a aplicarse una cierta lógica, deberíamos tener elecciones locales y autonómicas el 22 de mayo y elecciones generales en otoño, las primeras están ya fijadas por la normativa, las segundas acabará por fijarlas no ya quien tiene la potestad para ello, como es el presidente del Gobierno, sino la enorme presión que Zapatero se verá obligado a soportar procedente de esa jaula de grillos en que se ha convertido el PSOE, con unos barones que no cesan de darse codazos entre sí, casi siempre respecto al posible sustituto de ZP, mientras van haciendo declaraciones más o menos veladas para que decida ya si se presenta o no. Y lo más curiosos es que se les nota al dedillo que lo que quieren esos barones es que ZP se largue cuanto antes a su casa o de lo contrario acabará por dejar al partido con las bragas en la mano.
Bien, pues en ambas elecciones lo que de verdad corresponde es presentar en las urnas sendas mociones de censura contra un PSOE que puso a la tortuga donde no debía y así dejar a sus políticos poco menos que en cueros, es decir, la mitad o más a la puta calle, sin que hayan logrado revalidar el cargo. Y la otra mitad a la oposición, para que desde el banquillo purguen durante una buena temporada cuanta putada nos hicieron en estas dos legislaturas. Sí, de acuerdo en que el mayor culpable de todo sigue siendo Zapatero (la tortuga), por inútil total para dirigir el Gobierno (nunca ha debido llegar ahí), pero a muy corta distancia se encuentran los miembros de un partido que han sido incapaces de poner en orden su propia casa y por lo tanto han mantenido a la tortuga donde nunca debió llegar.
Autor: Policronio
Publicado el 24 de marzo de 2011
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