El social-marxismo es esa ideología canalla que se sirve como ninguna de unos descontrolados que nunca deja de controlar a conciencia. Hoy en día, aún hay historiadores convencidos de engañarnos y de intentar hacernos creer que la violencia generalizada, previa a la guerra civil y durante la misma, corrió a cargo de gente que se desmandó por su cuenta y se embriagó de estragos y asesinatos. De ahí que la única pregunta que deba uno formularse respecto a esa cosa rara que acampa en Sol sería la siguiente: ¿A quién beneficia?
Inicialmente hay una respuesta en negativo: Desde luego no favorece en nada al Partido Popular, acerca del cual los de Sol piden que no se le vote. Otro tanto hacen respecto al PSOE, pero no responsabilizan a ZP de ninguna de sus fechorías. ¡Lagarto, lagarto! No es posible pensar algo distinto si se considera que los delegados del Gobierno en las distintas provincias en que se han producido concentraciones no han dejado de bendecir, por omisión manifiesta de sus funciones, a cuanto callejero 'perroflautico' ha creado algún alboroto o ha llamado a su creación. Porque la sensación que dan algunos acampados es la misma que uno percibe en esos toreros de tronío que aguardan al toro a su salida del chiquero. "¡Eh, toro!".
Pues bien, cambiemos al noble animal por un grupo numeroso de cabezas rapadas, que identificarán sin asomo de duda con la extrema derecha del PP, que deberá surgir en el instante preciso y de Dios sabe dónde (autobús y bocadillos pagados desde cualquier cloaca europea), y ya tenemos el escenario propicio para que los ciudadanos reaccionen a favor de un gobierno socialista que llamará a las urnas con la excusa de contener el extremismo de la derecha. Eso sí, será después de unos cuantos palos en Sol y algo de serrín sobre la sangre de un par de narices rotas, y desde luego mientras los antidisturbios no cesan de oír en sus pinganillos la voz de Rubalcaba: "Que nadie intervenga hasta que yo dé la orden".
Una orden que no llegará mientras no se alcance el grado de violencia preciso para identificar a los atacantes "rapaos" con el Partido Popular. Ya se encargará la logística zapaterina de destinar una suculenta partida de euros para el atrezo de los violentos. "Skinhead = PP".
Léase el pensamiento del mayor conspirador contemporáneo, ese fulano que "supo" del GAL, del 11-M, del Faisán y de un largo etcétera de irregularidades social-gubernativas: "Tanto para los acampados en Sol, tanto para los autobuses, bocadillos y canutos de hierba de los "skins", tanto para los cabecillas de uno y otro bando encargados de crear la mascarada y crispar lo suficiente para que el 22-M no perdamos por goleada y tanto, en fin, para que durante estos meses que faltan de aquí a las generales pueda usarlos a mi gusto y yo represente el papel de hombre bueno, centrado, tolerante".
No hace mucho escribí un artículo titulado "Elecciones 2011: Que nadie se sorprenda si sucede lo imprevisto". Pues bien, reconozco humildemente que me faltó perspicacia de cara a lo que ahora sucede: Exactamente lo imprevisto. Auguraba un mayor nivel de violencia y crispación que en 2004, o al menos la misma si descontamos los muertos y heridos del atentado de los trenes, y todo ha comenzado por unas acampadas relativamente pacíficas que pueden quedar en nada si los skinhead no irrumpen en la escena antes del domingo 22.
A menos que todo esto no sea más que un ensayo general, destinado a crear la sensación de que todos los políticos son iguales (peor los del PP, claro), y la violencia se esté preparando para dentro de unos meses, cuando el caldo de cultivo, réplica interesada de las revueltas árabes, sea el adecuado en unas generales donde Rubalcaba se presentará como "el más mejor" después de haber calmado el ambiente sin necesidad de sacar los tanques a la calle, como hace el socialismo sirio.
El tema de los "reconcentraos" de Sol da para mucho, de modo que reconozco que apenas he rascado en la superficie. Ahora bien, si uno trata de ver alguna luz entre la bruma de tan heterogéneo gentío (los 2.000 de Sol rivalizaron en nocturnidad con los mil y pico de Lorca), no hay muchas dudas de que entre sus componentes (caretas fuera) abundan los comunistas, los republicanos de izquierda, los socialistas y los anarquistas. Amén de los que profesan como única ideología el deseo del tiro al blanco sobre el banquero. Más los bobos que secundan cualquier juerga callejera y exhiben en su hoja de servicios la brillante condición de "NiNi". Y no olvidemos que semejante engrudo ideológico tuvo un nombre de lo más sonoro en sus tiempos: Frente Popular, de tan lamentable recuerdo para cualquier español de bien. ¿Querrán reeditarlo para evitar que gane la derecha en 2012 y han comenzado por juntar a los alevines y contarlos? Cualquiera sabe, si bien nada es imposible en el caso de que medie el socialismo sarmentoso.
Autor: Policronio
Publicado el 18 de mayo de 2011
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